El programa Apolo para noobies

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Un paseo sobre la historia de la humanidad en la Luna 

Sergio Cuevas

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El Programa Apolo de la National Aeronautics and Space Administration (NASA) fue un conjunto de misiones espaciales desarrolladas por Estados Unidos dedicado a llevar al ser humano a la Luna. Su máximo apogeo se produjo a finales de la década de los 60, cuando la Guerra Fría aportaba el suficiente combustible político como para que la Ciencia fuera un motivo de prioridad nacional (aunque no debe despreciarse el interés militar de EEUU y Rusia por la conquista del espacio). 

Estas misiones pretendían continuar los logros ya obtenidos en el programa anterior estadounidense, el Mercury. Los inicios del Apolo se sentaron en 1961, con el famoso discurso del Presidente Kennedy prometiendo la llegada de la humanidad a la Luna en esa misma década. Siete años más tarde, se producía el primer vuelo tripulado del programa.  La última misión Apolo tuvo lugar en 1972, 12 años después de que se iniciara el programa, con un total de 17 misiones. No obstante, los vehículos del programa fueron utilizados hasta 1975, en la misión Apolo-Soyuz, la primera vez que dos naciones colaboraban en órbita terrestre, firmando la paz científica de la Guerra Fría.

El Apolo es uno de los mayores hitos de la historia de la humanidad en el espacio, y todo un logro desde el punto de vista técnico y científico. De las 17 misiones, solo dos fracasaron sin llegar a cumplir su misión (las Apolo 6 y 13).

Por qué sí llegamos a la Luna 

La llegada del ser humano a nuestro satélite es, en general, un hecho entredicho por la opinión popular. Uno de los principales argumentos modernos en contra de los paseos lunares es la aparente falta de tecnología de la época. La realidad es que el ordenador de abordo de la nave Apolo tiene menor capacidad de computación que nuestros portátiles actuales (si, podrías ir a la Luna con tu móvil de piloto automático). Esto no quiere decir, por contra, que no se dispusiera de la capacidad suficiente para lograr el hito; más bien muestra el tremendo logro, desde el punto de vista técnico, que supuso. 

La nave estaba compuesta por varias partes o etapas: el sistema de escape de emergencia, el módulo de mando, el módulo de servicio, y el módulo lunar (denominado Eagle). Además, la nave fue puesta en órbita mediante el cohete más poderoso jamás construido, el Saturno V. Los astronautas, siempre tres, viajaban en el módulo de mando hasta entrar en órbita lunar (recorriendo una maravillosa e inteligentísima maniobra denominada Lunar Orbit Rendezvous). Posteriormente, dos de ellos utilizaban el Eagle para descender a la superficie lunar (como hicieron Armstrong y Aldrin en el 69), mientras que el tercero permanecía en órbita en el módulo de mando (como el pobre Collins, el eterno olvidado, también en el 69) para controlar que todo fuera bien. Una vez realizada la estancia lunar, los astronautas volvían al Eagle, esperaban al momento adecuado y despegaban, para después volver a unirse manualmente al módulo de mando (el piloto debía interceptar la nave a unos 3 km/s y no fallar) y volver a casa alrededor de 3 días después.

Apolo 11 

A pesar de que el Apolo 11 es considerado todo un éxito, un hito irrepetible en la historia de la Humanidad, está lleno de anécdotas curiosas y un tanto espeluznantes. En el despegue, los espectadores en Cabo Cañaveral fueron situados a 5,6 km de la plataforma de lanzamiento porque los ingenieros calcularon que si el Saturno V (cohete que transportaba al Apolo al espacio) explotaba, los fragmentos podrían llegar a un radio de 5 km. Por otra parte, la inserción en órbita lunar se realizaba en la cara oculta de la Luna, sin comunicación con Houston, y un fallo en el ordenador de abordo obligó a Armstrong a aterrizar el Eagle manualmente. Por contra, también se cuentan curiosidades más alegres: dejaron en la Luna un disco con mensajes y saludos de varios países del mundo y estrenaron  por entonces el nuevo sello de correos de 10 centavos. Lo cierto es que las actividades en la Luna (extravehicular activities o EVA) eran muy divertidas: en el 71, Shepard se convirtió en el primer ser humano en jugar al golf en la Luna.

Apolo 13

La misión Apolo 13 era la tercera misión destinada a alunizar y la séptima del programa tripulado. Todo el ambiente de la misión fue extremadamente convulso, rodeado de un halo de mala suerte que culminó con el accidente a bordo de la nave poco después de poner rumbo a órbita lunar. Tras dos días de vuelo, un sensor de presión de oxígeno comenzó a funcionar mal. Tras realizar algunas comprobaciones de seguridad, los astronautas escucharon “a pretty large bang” (un estallido bastante grande) y transmitieron la famosa frase “Houston, tenemos un problema”. Con cinta adhesiva y portadas de manuales de instrucciones, los astronautas adaptaron el módulo lunar, el único que disponía de oxígeno suficiente para volver a la Tierra, y abortaron la misión. Estuvieron unos cuatro días en un minúsculo espacio a unos 3ºC, con racionamiento de agua y comida, orinando en bolsas que no podían expulsar el espacio para no alterar la trayectoria. Los astronautas perdieron unos 14 kg de peso por la deshidratación y uno de ellos desarrolló infección de orina. Apenas se quejaron en todo el viaje de vuelta.

Artemis

Aunque se suela decir que las segundas partes nunca salen bien, NASA planea para esta década el programa Artemis, la vuelta del ser humano a la Luna; en este caso, con la llegada de la primera mujer. A pesar de que sean programas hermanos en nombre y objetivos, son totalmente distintos e igualmente espectaculares. La gente suele preguntar por qué, si llegamos una vez, jamás volvimos a la Luna: la realidad es que el espacio, con el fin de la Guerra Fría, dejó de interesar. Por suerte, parece que esta tendencia es cambiante y promete de nuevo una década de exploración espacial apasionante.