El sujetador Lola: mujeres que marcan cicatriz y nuevo camino

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Teresa López

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¿Y si a la Venus de Milo no le faltase un brazo sino un pecho? El cáncer de mama es el tumor maligno más extendido entre las mujeres de todo el mundo. Según la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), en 2019 se diagnosticaron en España 33.307 nuevos casos, lo que representa más del 30% de los tumores del sexo femenino en nuestro país. La tasa de incidencia nacional se sitúa en torno a 138 casos por 100.000 habitantes y se estima que 1 de cada 8 mujeres pueden padecer cáncer de mama a lo largo de sus vidas.

Según la Sociedad Española de Cirugía Plástica y Reparadora (SECPRE), de las 16.000 masectomías que se realizan en España cada año, sólo se reconstruyen el pecho 4.800 mujeres, de la cuales únicamente 1.920 lo hacen de manera inmediata. Es decir, cada año 14.040 mujeres empiezan una nueva vida con un solo pecho en nuestro país. La aparición de la prenda del sujetador data del siglo XIX como sustituto del corsé, pero en pleno siglo XXI las mujeres con una sola teta no tienen – o no tenían- opción en el mercado. El sujetador Lola viene a cambiar este panorama.

Idoia Miranda, de @tócatelastetas, buscaba un sujetador de una sola copa tras haber pasado por una masectomía radical y la decisión de no reconstruirse el pecho a pesar de la presión médica. Al no encontrar tal prenda, se puso en contacto con teta&teta, una marca social feminista y activista: “¿Conocéis alguna marca de sujetadores uniteta? Me estoy volviendo loca buscando.” “Y no, no conocíamos, tampoco encontramos, y mira que buscamos, así que decidimos crearlo”- cuenta la asociación sin ánimo de lucro “pero con ánimo de dar mucha guerra.”

Un año y una cuarentena después, el sujetador Lola se empezó a comercializar el pasado 6 de octubre en colaboración con el taller artesanal de Aniela Parys y con la ayuda de la creadora de Anna Bonny, Noelia Morales, y School of feminism. Las fotos de la campaña son de Martina Matencio, de @lalovenenoso. El vídeo de divulgación, ya subtitulado en portugués, cuenta con más de 200.000 reproducciones en Instagram y expone: “Lola no cubre las necesidades de todas las mujeres uniteta, no es suficiente, solo es un inicio, precioso, pero un inicio.” “Que lo mejoren, que lo perfeccionen, que reduzcan el precio, que se mojen, que lo incluyan en sus planes, en sus escaparates y en sus campañas. Que en sus tiendas, quepamos todas” – prosigue, porque “la igualdad es eso también, ¿no? Sujetadores para todas. Para todas de verdad. Y eso incluye a estas mujeres como Idoia que, por lo que sea, eligen ir planas. Mujeres que marcan cicatriz y un nuevo camino. Mujeres que no quieren o no pueden ponerse un sujetador con prótesis pero tampoco quieren renunciar a llevar sujetador. No son muchas, pero cada vez hay más.”

Bajo el hashtag #massujetadorescomolola el objetivo de este lanzamiento es presionar a las grandes marcas para que incluyan el sujetador en su oferta mejorando los patrones de los dos modelos que teta&teta ofrece. “El sujetador Lola ya está aquí y es perfecto. Está lleno de defectos” – reza la página web, donde exponen algunas de las limitaciones de la prenda: solo ofrece dos modelos, no sujeta bien una teta muy grande y cuenta con una costura en el pezón, entre otras. Y la campaña ya está dando resultado, porque 10 días después son 3 las marcas que han decidido implicarse en el proyecto: Oysho, Mango y Carrefour. “Lola no es un producto comercial. Queda terminantemente
autorizada su reproducción total o parcial”
– señalan en la red. Será cuestión de tiempo comprobar si las marcas llevan a término su promesa.

Lola, cuyo nombre es una de las palabras para designar los senos femeninos en español además de un nombre de mujer, es importante porque implica que no reconstruirse el pecho también es una opción. Lola es una forma de normalizar y visibilizar que existen mujeres con una sola teta y que existen mujeres que tras una masectomía siguen utilizando sujetador. Su llegada al mercado quizá pueda suponer la reducción de reconstrucciones de pecho a las que hasta ahora muchas mujeres se sometían por la presión médica, la falta de opciones en el mercado o un imaginario colectivo en el que ser mujer equivale a tener dos pechos, entre otras implicaciones. Idoia pide a las grandes marcas que hagan su propia versión del sujetador porque así “conseguiremos normalizar la imagen de nuestro cuerpo.” La novedad que incorpora Lola es que cuenta con una sola copa frente a otros sujetadores posmasectomía que simulan su reconstrucción con
prótesis para el seno extirpado. Lola permite a las mujeres con una sola teta no tener que fingir y allana el terreno de las próximas mujeres uniteta en su proceso de aceptación.

La sexualización del pecho femenino y la falta de representaciones culturales de mujeres con un solo seno son factores que ayudan a explicar este enorme déficit hasta ahora presente en el mercado, a pesar de que el cáncer de mama es uno de los cánceres tumorales que se conoce desde civilizaciones antiguas. La descripción más remota de la enfermedad proviene de Egipto, en torno al año 1.600 a.C. El primer procedimiento quirúrgico registrado, data del siglo II y se atribuye a Leónidas de Alejandría, que supuso el antecedente de la moderna masectomía. Esta llegó en el siglo XIX -tras las aportaciones de los cirujanos Jean Louis Petit y Alfredo Velpeau- de la mano de William Stewart Halsted, quien inventó la conocida “masectomía radical”, procedimiento popular hasta finales de la década de 1970 y que llega hasta nuestros días. Aun así, las representaciones culturales de mujeres uniteta en la Historia del Arte se caracterizan por su ausencia.

Las primeras representaciones del cáncer de mama se sitúan en la época del Renacimiento, cuando se dejó atrás la explicación de Galeno (primero en emplear el término cáncer de mama en el siglo II) que achacaba los orígenes de la enfermedad al exceso de bilis negra, lo que suponía que era incurable, en favor de una posible intervención, fruto de los avances anatómicos de la época. Muestra de ello es Alegoría de la fortaleza (1560-1562) de Maso de San Friano donde el seno izquierdo de la mujer retratada presenta un bulto en el cuadrante medio inferior, putrefacción de la aureola,
venas inflamadas y una erosión en la punta del pezón, según un estudio dirigido por la investigadora Raffaela Bianucci de la Universidad de Warwick en la revista médica The Lancet en febrero de 2018 que indaga sobre las representaciones más antiguas de cáncer de mama.

Otro ejemplo es la famosa Fornarina de Rafael di Sanzio, que presenta un abombamiento en el pecho izquierdo que comienza dentro de la axila. Esta deformación consiste en una masa de forma oval con una tonalidad azulada que queda bajo el dedo índice de la mujer. El estudio mencionado sugiere el diagnóstico de cáncer de mama en el pecho izquierdo en una fase avanzada, aunque otros especialistas no lo comparten.

La Fornarina 1518 – 1520, Rafael Sanzio. Fuente: Wikimedia Commons
La Fornarina 1518 – 1520, Rafael Sanzio. Fuente: Wikimedia Commons

Una carta publicada en New England Journal of medicine apunta que la modelo de la escultura La Noche (1526-1531) de Miguel Ángel Buonarroti en el sepulcro de Giuliano de Medici padecía cáncer de mama avanzado. Su pecho izquierdo presenta una
retracción de la piel lateral del pezón, la aureola hinchada y el abultamiento de la parte central del seno, según los autores de la misma. De forma más evidente aparece en la pintura La Noche de Michele di Ridolfo del Ghirlandaio, con probable inspiración en la obra de “el divino”.

Las barrocas Tres gracias de Rubens también presentan una manifestación de cáncer de mama. Según los expertos, el seno izquierdo de la mujer de la derecha supone una úlcera abierta con enrojecimiento de la piel, retracción del pezón y reducción del
volumen del pecho.

Las Tres Gracias, Rubens, 1630 – 1635. Fuente: Wikimedia Commons
Detalle de Las Tres Gracias, Rubens, 1630 – 1635. Fuente: Wikimedia Commons

Rembrandt retrató la enfermedad en Betsabé con la carta de David, cuya protagonista presenta tumoraciones en su mama – expandidas hasta la axila- izquierda.

Betsabé con la carta de David y detalle, Rembrandt _ En El Vértice
Betsabé con la carta de David y detalle, Rembrandt. Fuente: WikiMedia Commons
Detalle de Betsabé con la carta de David y detalle, Rembrandt _ En El Vértice
Detalle de Betsabé con la carta de David y detalle, Rembrandt. Fuente: WikiMedia Commons

Sin embargo, las representaciones del cáncer de mama son escasas además de poco exploradas y suelen presentar a la paciente – bajo mirada masculina- antes de pasar por la masectomía; es decir, con los dos pechos. Esto se debe, como en las obras presentadas, a los escasos prodecimientos de extirpación realizados por motivos
históricos, como la falta de una anestesia general, por ejemplo. Aun así, cuando la masectomía se populariza no lo hacen las representaciones de mujeres con un solo pecho en la cultura, sino que, lejos de normalizar su cuerpo en el imaginario colectivo,
se las induce a reconstruir su cuerpo como normativo. De esta forma, la falta de representaciones de mujeres uniteta en la industria cultural, desde pinturas en la historia del arte, hasta fotografías o películas, es tanto causa como consecuencia de que la no reconstrucción no se haya presentado como una opción.

Es necesario estirar las estrechas costuras del imaginario colectivo para que tengan cabida cuerpos no normativos como las mujeres con un solo pecho. A ello contribuye Lola, que lejos de caer en el fenómeno del pinkwashing propio de la difusión social del cáncer de mama, muestra la realidad de sus nuevos cuerpos y vidas. Tener cáncer de mama no es un lazo rosa en el mes de octubre, “es un marrón muy grande”– como afirma teta&teta en Instagram. La llegada de Lola marca el inicio de un efecto dominó que desde la crudeza marrón de la realidad logra teñirla un poco de rosa para todas las mujeres que marcan cicatriz y nuevo camino.