La historia del vaivén, de las treguas y de los alto al fuego en el Alto Karabaj
Irene Mira y Selene Serrano
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La situación de Armenia y Azerbaiyán es crítica. El conflicto entre ambos países lleva abierto desde 1994, y parece que no tiene fin. Por eso, y como es habitual, hay que echar la vista atrás para comprender qué está pasando en estos dos estados.
Armenia, cuya capital es Ereván, cuenta con casi 3 millones de habitantes. Es una república independiente de la URSS desde 1991, en proceso de democratización. En la actualidad, es un Estado constitucional secular o laico, pero la mayoría de su población es cristiana.
Azerbaiyán, cuya capital es Bakú, cuenta con una importante herencia histórica. Es un país con mayoría musulmana y con mayor apoyo al secularismo y tolerancia religiosa. En 1918 se estableció la República Democrática de Azerbaiyán, la primera república secular y democrática en el mundo islámico, pero pasó a formar parte de la Unión Soviética desde 1920 hasta su independencia en 1991 y actualmente se considera una República constitucional, secular y unitaria.
Ambos países son frontera mediante la Región de Nagorno Karabaj, territorio perteneciente a Azerbaiyán, pero con una mayoría de población armenia. De hecho, el control del territorio lo tiene casi en su totalidad Armenia. Es decir, el conflicto que se libra entre ambos países tiene como foco central una región que, aún a día de hoy, sigue siendo controvertido. ¿Por qué? Nagorno Karabaj (también denominado Alto Karabaj) es un territorio en el que se entrelazan personas de ambos estados. Esto, históricamente, se ha llevado mal por ambas partes. Pero durante un periodo corto de tiempo, la antigua URSS tomó el control sobre la zona, y, pocos años después, volvió a “ser” de Azerbaiyán en forma de óblast autónoma (provincia autónoma). Por tanto, el principal problema se establece debido a que la población de esa región considera que su territorio es un estado independiente. De hecho, tiene una capital establecida (Stepanakert), una bandera y una forma de gobierno (República de Artsaj) pero su soberanía es discutida y ningún país perteneciente a la ONU lo reconoce como estado. Pese a todo esto, el territorio continúa sin el reconocimiento diplomático y aún es considerada como parte de Azerbaiyán, pese a ser independiente de facto desde el final de la guerra del Alto Karabaj, en 1994.
Como decimos, el 10 de diciembre de 1991 fue cuando se aprobó la creación de un Estado independiente por parte de los armenios del Alto Karabaj, mediante un referéndum boicoteado por la población azerí. Esto produjo un enfrentamiento bélico entre el gobierno de Azerbaiyán y los independentistas del Alto Karabaj, quienes fueron respaldados por Armenia. En 1993 este conflicto había causado veinte mil muertos y provocado la huida a Azerbaiyán de ochocientos mil refugiados.
Un año después, en 1994, se produjo un “Alto el fuego” y desde entonces hasta la actualidad la mayor parte del Alto Karabaj, así como muchas regiones azeríes, siguen bajo el control de Armenia y de las fuerzas armadas del Alto Karabaj. Los gobiernos de ambos países han mantenido conversaciones de paz, con la importante mediación del Grupo de Minsk (OSCE), conformado por países como EEUU, Rusia y Francia.
Conflicto actual
Desde entonces, los conflictos han ido quedando de lado, a excepción de algún momento concreto. Fue en 2016 cuando esto se reavivó y se produjeron unos ataques que duraron poco más de cuatro días. De hecho, se denominó la “Guerra de los Cuatro Días”, y, pese a su corta duración, dejó aproximadamente doscientas muertes.
El 27 de septiembre de 2020 volvió a estallar el conflicto, conocido como la segunda guerra del Alto Karabaj. Las autoridades de Armenia y de Azerbaiyán se acusaron mutuamente de haber lanzado ataques contra zonas con población civil en esta región, cuya soberanía se disputan ambos países (aunque existe la posibilidad también de su independencia). La cifra oficial de muertos supera las 1000 personas, aunque las cifras varían según el bando, y se cree que cientos de personas han resultado heridas. Azerbaiyán afirma que ha tomado territorio dentro de Nagorno-Karabaj, aunque los armenios lo niegan.
Sin embargo, este mes de octubre los dos bandos han declarado un alto el fuego humanitario en esta región, a fin de intercambiar prisioneros y los cuerpos de los muertos. Esto se ha podido realizar gracias a la intervención y mediación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Más allá de esto, es importante tener en cuenta también que se trata de una guerra del siglo XXI. Esto, que puede parecer banal, hace que las “reglas” sean distintas. Combatientes y civiles de ambos bandos hacen que cada día aparezcan imágenes y vídeos de las crueldades que viven continuamente. Este “ciberactivismo” lleva a que sea más difícil desmentir lo que está sucediendo, pero aún así se hace. Los dos países tachan a las imágenes como falsas o como fake news, pero los ciudadanos y las ciudadanas de las regiones más afectadas no cesan y continúan subiendo a las redes y mostrando al mundo imágenes crudas y hostiles de lo que sucede. E incluso así, parece que haya un silencio sepulcral ante este conflicto.
Con todo esto, en realidad el conflicto sigue abierto y parece que la vuelta a las armas de estos pasados meses no ha hecho que se llegue a nada en concreto. Los dos países enfrentados continúan con las tesis que mantienen desde hace décadas y ninguno aboga por un alto al fuego permanente ni por preguntar a los y las residentes de la región en cuestión, que algo tendrán que decir al respecto teniendo en cuenta que vivimos en pleno siglo XXI y, parece, se sigue repartiendo el territorio como si de una tarta se tratase.