Javier López Rodrigo
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No es tema baladí que durante esta última década hemos experimentado un aumento en el calentamiento global bastante más pronunciado que en épocas anteriores. Según la ONU, la concentración de GEI (Gases de Efecto Invernadero) en la atmósfera terrestre, que está directamente relacionada con la temperatura media mundial de la Tierra, ha ido aumentando progresivamente desde la Revolución Industrial.
Entre muchos de los factores causantes de la emisión de estos gases se encuentra el aumento excesivo del consumo, es decir, por la sobre-fabricación debida a un nivel de vida ascendente, salvando las distancias con la pandemia.
Para evitar la propagación excesiva de estos niveles de gases contaminantes y del aumento de la temperatura de la tierra, se creó en 2015 el Pacto de París. Este tratado se compone de varias medidas para propiciar, en el ámbito de la producción, el uso de
energías renovables, cuya efectividad debería ser completa a finales de este año, cuando finalice el Protocolo de Kioto con propuestas más obsoletas. Cabe decir que en este proyecto de mejora del medioambiente están inscritos casi todos los países del mundo salvo Estados Unidos, el cual salió al comenzar la legislatura de Donald Trump, aunque ahora se debate una nueva entrada del país americano.

Esta propuesta medioambiental afecta directamente a las compañías tecnológicas, ya que actualmente consumimos y renovamos más los productos electrónicos que cualquier
otro tipo de medio de consumo, dejando fuera al sector de la alimentación claro. Debido al alto contenido en componentes tóxicos de nuestros dispositivos, como el mercurio o el cobre, muchas empresas dedicadas a este sector han comenzado programas de reciclaje y de producción eco-friendly complementarias al Pacto de París. Entre las más destacadas podemos encontrar a la prestigiosa Apple, quien desde hace ya 5 años ha impulsado medidas muy severas para revertir la generación de residuos.
La empresa norteamericana comenzó un proyecto de reciclaje en 2018 llamado Apple Trade In. La principal atracción de esta idea era la entrega de un dispositivo antiguo por uno nuevo con un descuento en la nueva adquisición. Al entregar tu dispositivo antiguo, ya sea iPhone, Mac y demás, Apple pretendía gestionar el desmontaje de los terminales antiguos mediante dos robots llamados Daisy y Dave. La función de estos brazos mecánicos con nombres bastante comerciales es la de separar los componentes del dispositivo por materiales para poder reusarlos en fabricaciones posteriores. De esta manera, Apple ha conseguido, entre otras cosas, que el aluminio de sus terminales sea 100% reciclado. Estas ideas impulsadas por una de las marcas más relevantes en el sector tecnológico han sido copiadas por algunas otras compañías como Samsung, Google o incluso Facebook, que aunque no produzca en productos físicos, proporción un servicio que tiene que ser gestionado desde grandes servidores y múltiples oficinas.

Probablemente una de las noticias más sonadas durante las últimas semanas ha sido la eliminación del cargador y de los auriculares en las cajas de los nuevos iPhone 12 presentados el pasado 13 de octubre. Esta polémica, aunque en parte certera debido al precio de los nuevos smartphones, sigue esta idea ecologista, ya que mediante la eliminación de estos componentes se reduce la producción masiva de cargadores y auriculares que en muchas ocasiones no se usan por disponer de otros, además de reducir considerablemente el tamaño de las cajas, lo que ayuda a la distribución de más dispositivos en un espacio más reducido. Otras iniciativas tomadas por la compañía de la manzana son el uso de energías solar y eólica en su sede principal en Cupertino, y la expansión de estas medidas a todas sus tiendas físicas.

Desde los datos proporcionados por la compañía, en 2019 consiguieron reducir la huella ecológica en un 35% desde 2015, y pretende seguir avanzando hasta que en 2030 consiga ser totalmente verde. De la misma forma, Greenpeace la ha catalogado de ser la más benévola con el medioambiente por tercer año consecutivo en el sector tecnológico.

Todo esto nos hace ver que aunque haya una sobreproducción o un sobreprecio en ciertos productos a los cuales les ponemos la etiqueta de “son caros porque están de moda”, muchas veces justifican sus costes por este tipo de iniciativas que a primera
instancia no se tienen en cuenta. Sin lugar a dudas, mucho demuestra el gigante americano apostando por estas ideas y haciendo que más compañías y empresas de distribución y venta se sumen a ellas, ayudando a que el mundo se empiece a dar cuenta
de la relevancia de este problema y a querer erradicarlo.