El movimiento de las NoMo (NO MOTHER)

nomother_enelvertice Fuente: Flickr

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El término NoMo (No Mother) aglutina a todas las mujeres que han decidido no ser madres. Las causas de esta decisión son muy diversas, entre ellas podemos encontrar: la falta de una pareja adecuada, problemas de salud o precariedad y dificultades laborales. Sin embargo, también aparece un gran número de mujeres (invisibilizado hasta ahora) que manifiesta su deseo expreso de no querer tener hijos, sin ninguna excusa de por medio. No se trata de falta de pareja, no se debe a una cuestión de salud y tampoco acarrean problemas laborales; sencillamente son mujeres que en su proyecto de vida no contemplan tener hijos.

Podríamos pensar que el fenómeno no es nuevo pues a lo largo de la historia ha habido numerosas mujeres que no han tenido descendencia, pero lo revolucionario de este movimiento está en dar voz a una realidad hasta hace poco escondida. Ser madre no hace a la mujer o, lo que es lo mismo, ser mujer no implica ser madre. Preguntarnos sobre qué es lo que nos convierte en mujeres abriría un debate larguísimo, lo que está claro es que el ser humano tiene la capacidad de razón que le permite decidir qué es lo que desea o no en su vida. Con un varón jamás nos lo preguntamos: ¿hace la paternidad al hombre?, ¿ser hombre implica ser padre?

Así el fenómeno NoMo se traduce como un nuevo eslabón en la cadena del feminismo, el paso que pretende dar una vuelta al imaginario colectivo que ancla a la mujer (y no al hombre) con los hijos. En la España del franquismo no tenía ningún sentido hablar de las mujeres que no querían ser madres, ni siquiera podía existir tal idea en la mente de la sociedad. Dentro de la naturaleza de las esposas estaba la maternidad. Una mujer se convertía en verdadera mujer cuando tenía hijos y dedicaba su vida a atenderlos a ellos y a su esposo. Desde pequeñas se las educaba para el matrimonio y el ejercicio de la maternidad, la finalidad de sus vidas era esa, su realización recaía necesariamente en el cuidado de los demás. Cabe destacar que, de hecho, los 60 y parte de la década de los 70 se conoce como el baby boom, un periodo de tiempo en el que la bonanza económica permitió que las familias españolas se dedicasen a traer numerosos niños al mundo.

Lo revolucionario de este movimiento está en dar voz a una realidad hasta hace poco escondida. Ser madre no hace a la mujer o, lo que es lo mismo, ser mujer no implica ser madre.

En cualquier caso, podemos identificar la década de los 70 como el inicio de los cambios en la España de la dictadura. Franco agonizaba y la apertura al exterior hacía inevitable la entrada de ideas de progreso y libertad en el país. La libertad sexual era uno de los grandes anhelos de este periodo. Los españoles, especialmente los jóvenes, reivindicaban cambios; pero el cambio de las conciencias siempre es lento y todavía era inconcebible la existencia de mujeres que no desearan tener hijos.

Pretender dar la vuelta a una idea preconcebida por la mayoría de sociedades a lo largo y ancho del planeta y durante toda la historia es todo un desafío. La mujer ha estado recluida al ámbito del hogar con una misión clara:  concebir niños y cuidar de la familia. Y lo que históricamente ha sido natural es difícil desecharlo. Mientras España se abría al mundo y llegaban el destape, la revolución sexual y La Movida; las mujeres que se quedaban embarazadas sin tener pareja se veían obligadas a abortar o a entregar a su bebé en Casas Cuna que luego los daban a familias adoptivas. Son famosos en España los casos de “bebés robados”, muchos de ellos eran arrebatados de sus madres sin consentimiento, pero otros fueron consentidos. Hoy muchas de estas madres que dieron voluntariamente a sus bebés expresan la presión a la que se vieron sometidas y aseguran que si ésta no hubiera existido se habrían quedado con sus niños. En cuanto a las mujeres que permanecían en la soltería o que no tenían hijos (mayoritariamente por problemas de salud) quedaban de alguna manera excluidas de la sociedad. Eran ajenas a la realidad de sus amigas, primas y hermanas.

Con todo esto, cabe resaltar que el cuestionamiento a la mujer parece no tener límites excepto si se cumple con lo preestablecido. Eres señalada si decides no tener hijos, pero también si los tienes en la soltería y, por supuesto, se te juzga si decides abortar. Ninguna decisión que tomemos está libre de cuestionamiento y especulación. Afortunadamente, las conciencias empiezan a cambiar y el movimiento NoMo es un ejemplo de ello. La visibilización aumenta cada día y nos anima a seguir luchando para vivir en una sociedad libre que nos permita realizarnos y construir un proyecto de vida acorde con lo que deseamos.

Todavía en la actualidad, a pesar del camino andado y la evolución del movimiento feminista, las mujeres que toman la decisión de no ser madres se enfrentan a constantes presiones que proceden de todas partes. Presiones a las que, por lo general, los hombres no se enfrentan. Esto muestra que todavía en las sociedades más progresistas hay muchas grietas por las que el pensamiento más arcaico se cuela y hace fisuras.

Las preguntas del tipo “¿y los niños para cuándo?”, “¿qué, Juan y tú no os animáis?, si luego son riquísimos” o “al final se te pasa el arroz…” son constantes y llueven de todos los ámbitos imaginables: familia, amigos, trabajo e, incluso, entrevistas de trabajo. La educación también contribuye, las niñas siempre nos criamos con un Nenuco al que damos papilla y cambiamos el pañal; mientras los niños juegan con coches y construcciones. Afortunadamente, parece que en los últimos años desde los colegios y numerosas familias se intentan revertir estos roles preestablecidos. En cualquier caso, todo esto se va guardando en nuestro cerebro y cada día nos pesa más. Tomar la decisión de tener un bebé es algo lógico, pero tomar la decisión de no tenerlo es un camino lleno de dudas y riesgos (según lo que dicen todos a tu alrededor) de equivocación.

Eres señalada si decides no tener hijos, pero también si los tienes en la soltería y, por supuesto, se te juzga si decides abortar.

No ser madre, parece convertir a la mujer en un ser incompleto, roto, que se pierde lo mejor de la vida, que estará sola y a la que nadie querrá como un hijo quiere a su madre. La verdad no puede estar más alejada. También existen madres arrepentidas de serlo, lo que no se traduce en rechazo hacia sus hijos, pero sí en comprender que la maternidad no era algo realmente querido dentro de sus vidas. Debemos ser nosotras, con libertad y determinación, las que decidamos que proyecto de vida queremos seguir, de quiénes nos queremos rodear y cómo deseamos que sea nuestro futuro.