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África se convirtió en el siglo XIX en uno de los mayores deseos de la Europa del momento, pues tras algunas grandes crisis de ese siglo como la que sufrió Inglaterra, se necesitaban nuevos territorios de dónde extraer materias primas (diamantes, oro y minerales que sirven a la industria), mano de obra… Por tanto, el continente menos explorado (por los que no vivían allí) se convirtió en el foco de algunas de las grandes potencias europeas como Alemania, Francia, Inglaterra y, en menor medida, España. El imperialismo (además de ser una característica casi intrínseca a las grandes potencias), fue una consecuencia directa de una crisis de superproducción, que llevó, como se ha mencionado, a una escasez de recursos en los países dominantes.
Este reparto se llevó a cabo alrededor de las décadas de 1870 hasta el 1900, pero anteriormente ya se habían explorado e invadido (al menos dominado territorialmente) otros continentes como el americano. En este caso, se trató de una división territorial a la que se denominó Nuevo Imperialismo y fue una de las grandes causas de la Primera Guerra Mundial.
Por los años en los que sucedió, España quedó bastante lejos de ser una de las beneficiadas, pues estaba sumida en luchas internas entre bandos conservadores y liberales que le impedían hacer la guerra fuera. Este es uno de los puntos que se recriminó a España en el momento, el diario de La Vanguardia fue muy crítico con la política exterior, y cita: “Mientras nos quedábamos en casa pretextando que teníamos mucho de qué ocuparnos en ella, pero sin hacer absolutamente nada, la conquista europea ha ido penetrando en África”. De hecho, el año 1898 fue muy duro para España, ya que además de no ser uno de los líderes de la conquista africana, tuvo que afrontar la pérdida de las colonias como Cuba y el declive del sistema de la Restauración. El año marcó, desde luego, un antes y un después en el país, que pasó a ser considerado una potencia mediana. Aun así, posteriormente, ya a comienzos del s. XX se producen algunas crisis que permitirán a Italia y España tener colonias africanas.
Así, el peso de las expediciones recayó sobre Francia e Inglaterra y en una segunda fase (tras el año 1898) se unió Alemania. Las tres (junto con España e Italia, pero estas quedaron notablemente atrás) tenían afán de convertirse en un Imperio, es decir, un gobierno central y un territorio multiétnico con gran expansión territorial. Francia e Inglaterra han estado sumidas en pugnas desde siglos atrás, y esto fue notorio en la denominada Crisis de Fachoda. En un principio, cada una de las potencias iba a dominar un territorio sin interceder en el otro. Inglaterra llevó un sometimiento de sur a norte usando lo que fue uno de los métodos más comunes de colonización: la construcción de líneas de ferrocarriles (además de órdenes religiosas). Estas dos eran técnicas clásicas de diferenciación con las otras potencias. Por su parte, Francia fue del Océano Atlántico hacia el Mar Rojo, es decir, de Oeste a Este.
De manera lógica, ambas potencias habían de chocar en algún punto, y esto sucedió en 1890 aproximadamente, en Fachoda (“Fachoda es un lugar situado á unos 80 kilómetros más abajo de la reunión de los ríos Bahr-el-Ghazal y Bahr-el-Gebel. Este último es el verdadero Nilo”). Ceder ante este territorio suponía que sus colonias estuvieran interrumpidas por la otra potencia, lo cual, además de falto de honor, podía ser económicamente costoso. El fin del conflicto fue claro, pues Francia, que desde la prensa dejaba claro que no tenía interés en un conflicto armado, ordenó la retirada de las tropas. La victoria fue por tanto de Inglaterra, que tenía un ejército naval mucho más potente y estable que el francés. Pese que el conflicto nunca llegó a ser efectivo, la opinión pública de ambos países se vio afectada por informaciones erróneas y llevó a momentos muy hostiles que dejaron un ambiente tenso entre ambos.
Por tanto, es claro que las conquistas y la colonización de África eran, además de un lugar del que extraer nuevas materias, un pulso entre las dos potencias más importantes del momento: Francia e Inglaterra. Además, la Crisis de Fachoda demuestra el poder que tuvieron los medios en un momento en el que la opinión pública era tan delicada y frágil que podía ocasionar enfrentamientos posteriores. Por otra parte, y alejándonos de la mirada Europea de este conflicto, se saca algo más en claro: muchos de los problemas de países africanos actuales vienen de esta repartición histórica llevada a cabo rápido y sin ningún tipo de justificación, separando pueblos al antojo y marcando diferencias entre regiones antes hermanas. Además, por supuesto, de lo que supone que se imponga un cultura, lengua y costumbre que no es la tuya a través de una invasión armada.