El Día Internacional contra el Uso de Niños y Niñas Soldado sigue siendo necesario

niñossoldado_enelvertice Fuente: Canva

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Irene Mira y Selene Serrano

Cada 12 de febrero se celebra el Día Internacional contra el Uso de Niños soldado -también conocido como el Día de las Manos Rojas-, una fecha instaurada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para recordar la necesidad de acabar con la dramática y escandalosa situación a la que se ven sometidos cerca de 300.000 niños y niñas en, al menos, una veintena de países en conflicto en todo el mundo.

Según el último informe de la ONU, hay constancia de que la existencia de estos niños y niñas soldados no desciende. Es una triste realidad en la que cada día se van reportando terribles violaciones de los Derechos Humanos.

En África figuran países como Mali, Libia, Sudán, Sudán del Sur, Nigeria, Camerún, Congo, República Centroafricana y Somalia. En Asia, los escenarios más críticos se encuentran en Siria, Irak, Líbano, Yemen, Afganistán, Pakistán, India, Birmania y Filipinas, éstos son sólo algunos de los integrantes de la denominada ‘Lista de la vergüenza’. En esta lista aparecen cerca de una veintena de países que violan y atentan contra los Derechos Humanos de miles de niñas y niños, obligándoles, de forma directa e indirecta, a participar en conflictos armados. Pero, ¿qué interés tienen los grupos armados en reclutar a los más pequeños? La respuesta es que, desgraciadamente, estos menores les son muy serviciales y por tanto se les considera útiles por su alto grado de lealtad y su poca reflexión moral acerca de los actos que cometen, una vez son absorbidos por sus captores.

Las niñas y los niños que luchan en estos enfrentamientos y conflictos tienen que hacer frente a una serie de acontecimientos dolorosos para cualquier persona, sin embargo, no nos podemos olvidar que estamos hablando del sector de la infancia, que se ven obligados a separarse de sus familias para ir a la guerra, y no quedan exentos de sufrir violencia y abusos de diversas índoles. 

Ser niño soldado no solo implica lo primero que se nos viene a la cabeza: participar en combate, sino que también es aquel que realiza tareas como la colocación de minas antipersonas o explosivos, el espionaje, la cocina, el porteo y el sufrimiento de esclavitud sexual. Y de ahí que la inclusión de “niñas soldado” sea importante. Esta confusión sobre el concepto de ‘niño soldado’ ha provocado que las niñas queden relegadas a un segundo plano, cuando la realidad es que también son reclutadas -en general con fines sexuales o para obligarlas a casarse-. Las agresiones sexuales pueden producirles lesiones físicas graves y embarazos forzados, así como el contagio de VIH y otras enfermedades de transmisión, lo que las condena a la marginación y, en muchos casos, a la prostitución, para poder mantenerse a sí mismas y a los hijos nacidos tras los abusos. Por su parte, los niños soldado también tienen “tareas” a las que enfrentarse por su género: han de cumplir otros roles evidentemente peligrosos como detectores de minas o ser, desde pequeños, fabricantes de bombas.

El reclutamiento y sus consecuencias

El reclutamiento se suele producir en situaciones y en contextos muy traumáticos. A veces, estos niños y niñas han perdido a sus familias y en algunos casos están en una situación tan desesperada que es la única opción de comer que tienen y asimismo, de “sobrevivir”. Ser un niño o una niña soldado tiene consecuencias físicas y emocionales a medio y largo plazo. Muchos sufren síntomas postraumáticos como la depresión, trastornos de conducta, impulsos agresivos y fuertes sentimientos de pérdida y desarraigo además del futuro del que hemos hablado en casos concretos de niñas soldado. En los grupos armados puede darse el consumo de alcohol y drogas, que a menudo son suministradas antes de entrar en combate. Estos niños y niñas ponen en riesgo sus vidas y pueden sufrir alguna discapacidad o incluso, pueden dar lugar a la muerte (ya sea por estas causas o debido al ejército contrario)

Liberación

En algunos conflictos, los organismos internacionales intervienen y negocian con los ejércitos y milicias para que liberen a estos niños. En estos casos se envía a observadores internacionales para asegurar que también liberan a las niñas (a veces solo se libera a los niños) y a todos los menores de lo considerado infancia (se suele liberar a los niños más pequeños, pero no a los que tienen 15 años o más). A partir de este momento se empieza a desarrollar, o por lo menos se intenta, un programa de recuperación de la infancia. Sin embargo, el proceso de reinserción es muy difícil. “Estos niños y niñas suelen tener pesadillas y se asustan mucho”, explica la responsable de Programas Internacionales de Unicef España. Regresar a una vida normal puede ser un proceso largo y complejo, que puede durar meses o años. El proceso no es largo solo por la situación del infante, sino también porque desde pequeño se ha hecho creer que ese es todo su futuro, y es muy difícil salir de esa rueda, y más, evidentemente, si es sin ayuda. Las organizaciones internacionales no abarcan todos los territorios ni todos los casos concretos, por lo que hay miles de niños y niñas que continúan en estas situaciones narradas. 

Con todo esto, ¿estamos justificando la guerra si no se usan niños y niñas? No. La guerra causa consecuencias evidentes, fracciona la sociedad, las familias y las relaciones humanas en general. Genera pobreza, miseria y precariedad y, a su vez, aumenta una brecha entre sociedades y partes del mundo. Esta brecha se ve acrecentada cuando se usa a niños y niñas, en contra de su voluntad y yendo evidentemente contra los Derechos Humanos, a participar en estas guerras, de las que quizá no tengan opción ni de comprender motivos (si es que los hay). Un adulto no tiene derecho a decidir sobre cómo un niño o niña debe vivir su vida, y mucho menos un Estado.