Día de la Lengua Materna: los peligros de la aculturación creciente

Besaylee_enelvertice Fuente: Librería "Libros" de Madrid

Adhik Arrilucea y Selene Serrano

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Hoy, 21 de febrero, es el Día de la Lengua Materna. Se calcula que actualmente se hablan 7.000 lenguas en todo el mundo, aunque las más habladas son el mandarín, español, inglés, bengalí, hindi, portugués, ruso y japonés. Las ocho suponen el 4% de todas las lenguas del planeta, y sin embargo son habladas por el 96% del mundo. Es decir, sólo el 4% de la población mundial habla el 96% de las lenguas, que corren un acuciante peligro de extinción.

La lengua está dentro de la cultura. La cultura se hace y se crea a través del lenguaje, asimilamos conceptos desde la infancia y nuestros pensamientos, inevitablemente, se establecen en la lengua que hemos aprendido. De ahí la importancia de la lengua materna. Una segunda lengua es, cómo no, de lo más enriquecedor, pero lógicamente la primera lengua, la materna, es aquella con la que se empieza a pensar, se siente y se sueña. De hecho, las expresiones, frases hechas y refranes acompañan a este imaginario colectivo de los hablantes de una misma lengua, y todo ello, forma parte por tanto de la propia identidad cultural. 

No obstante, existen procesos externos a la propia cultura que pueden determinarla, e incluso conducir a lo que se ha llamado “asimilación cultural”. Se trata de un proceso en el que “la cultura dominante influye sobre otra, haciendo que pierda su carácter porque sus miembros cambian de conducta y adoptan nuevas costumbres”. Esto sucede en caso de colonización, superioridad militar o hegemonía económica, donde el poder se centraliza y las necesidades de las comunidades locales son ignoradas. Otro factor importante es la represión de la cultura dominante, mediante sanciones y castigos al uso de una lengua, asesinándola deliberadamente. Un ejemplo cercano es la represión del gallego, el euskera y el catalán durante la dictadura de Francisco Franco.

Pero yendo y tratando el presente, hay más agentes que inciden de manera negativa en la cultura y en la lengua. Pese que la globalización ha dado y da cosas realmente positivas, también difumina el propio concepto de cultura. De repente, tenemos al alcance de nuestras manos elementos de culturas de todo el mundo. Con esto, que como hemos dicho tiene elementos muy positivos, se ve también una fragmentación y jerarquización de las culturas. Moreno Cabrera evidencia que, con motivo de la globalización, hay unas culturas elegidas por su poder, son consideradas superiores al resto y se encuentran en una posición preeminente. La dominación de una lengua muestra también el poder (y riqueza) de su cultura, economía y territorio, llegando a deteriorar algunas culturas vecinas o llevándolas, directamente, a su fin. 

Relacionado con la hegemonía cultural de un ínfimo número de códigos, existe una tendencia a brindar mayor relevancia y prestigio a las lenguas con mayor número de hablantes. Es lo que se denomina ideología de la grandilocuencia, que básicamente se centra en las cifras, ignorando el patrimonio de los pueblos y las realidades locales. El imperialismo lingüístico es un suceso de actualidad.

Por ejemplo, en su día, el latín fue la lengua dominante. Hoy, el inglés parece ser el garante de las sociedades letradas y cultas. Aunque se intentó establecer un código estándar, el esperanto, para afianzar la comunicación internacional, el proyecto quedó estancado. Esto demuestra, no sólo que la hegemonía lingüística depende de las condiciones materiales de riqueza y poder de cada comunidad de hablantes, sino también que son los propios hablantes, las personas, quienes tienen la capacidad de mantener la cultura en la que han nacido y se han criado.

Contra a la globalización que asola con destruir las realidades minoritarias, las ciudadanas y ciudadanos del mundo deben tomar su lengua materna por bandera. Nuestras lenguas son el mejor arma para hacer frente al actual imperialismo cultural. Por todo esto, cuidemos la lengua y la cultura y feliz Día de la Lengua Materna a todos y todas.