Irene Mira y Selene Serrano
El grupo étnico de los rohinyá lleva en problemas con la mayoría budista de Birmania desde antes de su independencia en 1948. El grupo ya se enfrentó a los locales budistas (que conforman alrededor de un 90% de la población birmana actual) en el año 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Además, contaban con ayudas externas, si bien los rohinyás estaban apoyados por Inglaterra, el colectivo budista contaba con la protección de Japón. Así, tras la independencia de Birmania en 1948, el colectivo rohinyá se vio totalmente desamparado. Fue entonces cuando comenzó el conflicto que continúa abierto hoy y que ha dejado el mayor campo de refugiados del mundo.
A partir de la independencia, el grupo de los rohinyá estuvo (y está) expuesto a grandes atrocidades así como torturas sistemáticas, violaciones a las mujeres del colectivo por el ejército birmano, las constantes humillaciones… Pero además, el estado birmano no reconoce a los rohinyás como ciudadanos, ni siquiera como grupo étnico. Por otra parte, sus derechos están más que limitados. No poseen libertad de movimiento, ni pueden casarse, así como también tienen prohibido viajar sin permiso de las autoridades. De hecho, no poseen derecho a poseer ni tierras ni propiedades.
Pese a que, como decimos, el conflicto lleva décadas abierto, en 2017 volvió a estar en el punto de mira, pues las huidas del colectivo hacia Bangladesh, su país vecino, se incrementaron notablemente.
Una de las ubicaciones más importantes en relación con esta minoría es la región de Rakhine, ya que, los rohinyás afirman que son indígenas de este lugar y descendientes de comerciantes árabes, pero el Estado birmano asegura que son migrantes musulmanes que se originaron en Bangladesh y emigraron a Birmania durante la ocupación británica.
Según la ONU, hay alrededor de un millón de rohinyás en esta región y actualmente, es la menos desarrollada de toda Birmania. El Banco Mundial estima que el índice de pobreza alcanza en la zona el 78 %, lo que contrasta con el 38 % del resto del país. La gente que habita en este territorio tienen una situación muy delicada, la mayoría se encuentran traumatizados y traumatizadas, además de estar en un estado de vulnerabilidad crítico.
Fuente: Elaboración propia. Leyenda: Mapa sobre la región de Rakhine en Birmania y los campos de refugiados de su país vecino: Bangladesh.
Esta situación fue aprobada por la líder del Partido Nacional para la Democracia; Aung San Suu Kyi. A partir de aquí, ordenó al general del ejército birmano que llevase a cabo toda la violencia sometida hacia la minoría étnica de los rohingyas. La ONU ha denominado a lo ocurrido como uno de los más grandes genocidios que ha habido.
Aung San Suu Kyi, a partir de este momento, fue duramente criticada y juzgada por las autoridades internacionales. Sin embargo, esta decisión es solo el reflejo de la mentalidad birmana, es decir, el 99% de la población aprueba y aplaude el genocidio llevado a cabo por la líder del LND. En este país, con una gran mayoría budista, los y las ciudadanas no quieren que los rohinyás sigan allí viviendo. Este colectivo, como otras minorías étnicas, son fuertemente perseguidos. Por ello, Aung San Suu Kyi, se limita a satisfacer sus propios deseos, pero también los de su pueblo.
En Birmania esta minoría étnica no es querida ni apreciada. De hecho, en muchas ocasiones, son los mismos monjes -una figura que es muy escuchada y posee una gran autoridad en el país- los que animan a quemar establecimientos rohinyás e incitan a echarlos del país.
Bangladesh, por otro lado, se encuentra en una situación muy crítica con los numerosos refugiados rohinyás que vienen procedentes de Birmania. De hecho, según ACNUR, desde el último éxodo el 25 de agosto de 2017, los rohinyás que han huído a este país superan los 723.000. Desde el inicio del conflicto, la suma asciende a más de un millón de personas. Así, Bangladesh, país que siempre ha acogido a los rohinyas facilitandoles espacios, ayuda, comida y refugio, posee, actualmente, una situación insostenible y por ello, intenta hacer presión al gobierno birmano. Mientras, en Birmania, se utiliza a los rohinyás como elemento de unión nacionalista y elemento común entre los ciudadanos.
Debido a esta situación tensa entre ambos países, no pilla de sorpresa que ayer, 23 de marzo, se desatase un terrible fuego en uno de los campos de refugiados en Bangladesh. La mayoría de las viviendas están hechas de madera y cañas de bambú, materiales altamente igníferos. Según la ONU ha habido, por el momento, quince muertos, unas 560 personas han resultado heridas y otras 400 se encuentran en paradero desconocido. Además, denuncian que unos 87.000 refugiados podrían verse afectados por este incendio.
No se sabe con certeza, todavía, cuáles han sido las causas del incendio, pero no se descarta que haya sido un fuego provocado para que los rohinyás vuelvan a Birmania, tensando todavía más la situación entre ambos países (Bangladesh y Birmania) y sobre todo, siendo esta minoría la única víctima de toda situación. El futuro de los rohinyás parece que seguirá siendo incierto.