ARGENTINA: 45 años desde el golpe de Estado del 1976

Fuente: Canva

Irene Mira y Selene Serrano

Este año se han cumplido 45 años desde la declaración del último golpe de Estado en Argentina. El 24 de marzo de 1976 se instaló en el poder una dictadura cívico-militar que se autodenominó Proceso de Reorganización Nacional. Destacó, principalmente por implementar un plan sistemático de terrorismo de Estado, dando lugar a un mantenimiento en el poder que se prolongó hasta diciembre de 1983. 

Golpe de Estado

En Argentina, desde 1930 hasta 1976, tuvieron lugar seis golpes de Estado exitosos, más dos fallidos, uno en 1932 y el otro en 1951. El orden cronológico de estas sublevaciones fue: 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. Los cuatro primeros establecieron dictaduras provisionales, a diferencia de los dos últimos, que establecieron dictaduras de tipo permanente según el modelo de Estado burocrático-autoritario. Es decir, modelos de estados que se caracterizan por anular todos aquellos mecanismos políticos y democráticos para así restablecer un determinado orden social y económico, con la importancia del Ejército.

Durante los 53 años que transcurrieron desde el primer golpe llevado con éxito, en 1930, hasta que cayó la última dictadura cívico-militar en 1983, hubo seis regímenes ilegales en el poder y 14 dictadores con el título de “presidente”. Además, durante estos años todas las experiencias de gobierno elegidas democráticamente fueron interrumpidas mediante los golpes de Estado.

Como decimos el último de los golpes exitosos fue el de 1976 y quitó del poder a María Estela Martínez de Perón. Este golpe fue planificado y ejecutado en el marco del Plan Cóndor, un sistema clandestino de coordinación represiva entre países latinoamericanos promovido por Estados Unidos, como parte de la doctrina de la seguridad nacional. Este plan se generalizó por las dictaduras de América Latina con el fin de mantener el control sobre esos países durante la Guerra Fría. 

Algo muy importante es que, pese que el rumor de que Estados Unidos estaba al tanto de este plan y de su futura dictadura, no fue hasta hace una semana cuando los medios se revolucionaron: se han encontrado los papeles que lo acreditan. El Archivo Nacional de Seguridad publicó unos cables que señalan directamente a Robert Hill como implicado ya que estuvo en contacto con los que serían los golpistas. Además, los archivos revelan que Hill realizó un informe para Henry Kissinger, Secretario de Estado estadounidense del momento, un mes antes del golpe de Estado. 

A lo largo de la dictadura, se fue imponiendo un terrorismo de Estado, en el que se violaron masivamente los derechos humanos y se produjeron cerca de 30 000 desapariciones. De esta forma, impedían que se consolidara cualquier tipo de germen democrático en Argentina, por mínimo que fuese, hasta finales del siglo XX.

Videla y Martínez de Perón

Dentro de este golpe de Estado, cabe destacar dos figuras claves: la primera, María Estela Martínez de Perón y la segunda, Jorge Rafael Videla.

María Estela Martínez de Perón, es una ex política argentina y ex vicepresidenta de Argentina que acompañó, durante el último período presidencial, a Juan Domingo Perón -su marido- y que tras su muerte el 1 de julio de 1974, asumió la presidencia. Su período en el cargo (1974-1976) ocupó la mayor y última parte del ciclo histórico denominado «tercer peronismo» (1973-1976). Periodo denominado así porque se sucedieron las presidencias constitucionales de Héctor J. Cámpora, Juan Domingo Perón y la de la propia María, así como el interinato de Raúl Lastiri, entre Cámpora y Perón. Sin embargo, Isabelita -conocida así comúnmente- fue derrocada por el último golpe de Estado de 1976, acabando, de igual modo, con el periodo peronista. 

La presidencia de Martínez de Perón transcurrió en un contexto político y económico muy complicado, y su gobierno es, por lo general, retratado de forma negativa, caracterizado por un deterioro persistente de las libertades políticas y civiles. 

Por otro lado, destacamos la figura de Jorge Rafael Videla que fue un militar argentino, miembro de la Junta Militar durante el golpe de Estado de 1976 y, por ende, presidente de la Nación Argentina de facto, con la suma de los poderes ejecutivo y legislativo entre 1976 y 1981. Fue condenado por el Juicio de las Juntas en 1985 por ser el autor de 469 crímenes de lesa humanidad. 

El final de la dictadura se empezó a dejar ver a partir del año 1982, cuando la gente empezó a rebelarse contra el poder y, como respuesta, el dictador empezó lo denominado como “guerra de Malvinas”. Esta no tuvo ningún éxito y empezó el declive del régimen, que acabó apenas un año después. Sin embargo, se llevó con ella la vida de muchísimas personas, sobre todo jóvenes. Además, el fin de la dictadura no dejó a Argentina en buen lugar, sino que la economía estaba realmente desgastada. Dejó una deuda pública en incremento, una enorme inflación y una pérdida de valor de la moneda local. 

Por supuesto, también dejó a miles de madres y padres sin sus hijos, pues se estima que durante la dictadura hubo alrededor de 500 niños robados, además de entre 15.000 y 30.000 detenidos desaparecidos (los datos varían según las fuentes). Además, el país quedó (no solo en bancarrota) sino con una inestabilidad política y un malestar social que llega, de un modo u otro, hasta nuestros días. Tras la dictadura se dio paso al gobierno democrático de Raúl Alfonsín, que duró seis años, y dio pasos adelante con reformas constitucionales una vez dejó el cargo. Pese a esto, la inflación continuó alta y sigue siendo unas de las mayores preocupaciones de Argentina a día de hoy. 

La dictadura, los desaparecidos y los muertos continúan en la mente de la nación argentina. Con este 45 aniversario, de hecho, mucho se ha hablado de ello. Hace unas semanas, el presidente Alberto Fernández hizo una aparición pública recordando y rindiendo homenaje a las víctimas. Por otra parte, se siguen dando juicios por crímenes durante la dictadura, como el sucedido en octubre por los denominados “vuelos de la muerte” en los que los condenados arrojaron a cientos de víctimas a las aguas del Río de la Plata y al mar. Así, Argentina continúa con la huella de aquella dictadura que acabó no hace tanto.