Celebramos el Día del Arte con las fotografías de Irati Herrera

Mañana, día 15 de abril, el mundo celebrará el día del arte. Como bien indicamos bajo nuestro nombre, En El Vértice es el lugar donde se unen el Periodismo, la Ciencia y las Humanidades; siendo la tercera de estas palabras la más especial para nosotras y a la que, aunque dediquemos la misma importancia que a las otras dos, mimamos con más cariño. Las Humanidades, ese precioso batiburrillo de disciplinas que, siendo tan distintas, se entrelazan para dibujar lo más inherente al ser humano: preguntarse quién es y qué es la vida, y plasmar de millones de maneras diferentes las aún más numerosas respuestas que se le ocurren. Una de estas respuestas (cientos de veces ramificada) es el arte. Por eso hemos querido hacer algo especial para esta fecha tan señalada. Pero más allá de los grandes nombres de la historia, queríamos, a través de este nuestro pequeño medio, mostrar al público los nombres nuevos, esos nombres que nacieron hace tiempo y que florecen ahora ante los ojos de la humanidad. Y al punto, tan bien rodeadas como estamos de verdaderas artistas, se nos puso en el corazón nuestra colega, compañera y amiga Irati Herrera Ros, cuya obra conocemos de primera mano y admiramos enormemente. Y ya que si algo define a Irati es que es un alma libre y, consecuentemente, lo que mejor hace es lo que le sale del corazón; le he pedido que sea ella quien cree este post eligiendo varias fotografías de entre su obra, acompañadas de una preciosa carta en la que me cuenta por qué eligió esta disciplina, qué es lo que dice a través de ella y qué se siente al practicarla.


Querida Esperanza:


Me has sugerido que escriba sobre fotografía, sobre mis imágenes; que ponga palabra y voz a las lustraciones que me acompañan. Te confieso que me resulta difícil, pero creo que puedo intentarlo. Como ya sabes, llevo muchos años haciendo fotografía. Bueno, cinco o seis, no sé si son muchos. A mi parecer son bastantes. Unos cuantos. Unos muchos dentro de mi vida.

La fotografía no llegó a mí por casualidad, Esperanza. Me esforcé mucho en que entrase en mi rutina y en mi forma de ver y afrontar mis experiencias. Bueno, ahora que lo pienso, tampoco me costó demasiado: me salía un poco solo, sentía que me gustaba moverme con una camarita. Esconderme detrás de ella y formar imágenes. Desde entonces esta disciplina siempre me acompaña en mayor o en menor medida; más exigentemente o menos.

Las fotos -y la fotografía- son para mí una especie de amuleto, una pequeña potencialidad que me acompaña y que me da un plus de cara a las particulares del resto. Un aliciente. Cuando estoy contenta no paro de enseñar las cosas que hago, o de contar mis peripecias. Esto se puede confundir con el ego, pero creo que en mi caso solo se debe a que me gusta mucho la charla, ya sabes, contar cosas y ponerlas en común con el resto.
Yo creo, Espe, que mis fotos forman parte de mi carácter, de mi personalidad y de mi recorrido. Yo las hago, las edito -o revelo- y luego las guardo dentro de mi pequeño álbum vital. Un porfolio de recuerdos, un balcón a la memoria. Yo qué sé Esperanza, supongo que será algo así, ¿no crees?

Aprendí a usar la cámara sin tenerla. Fue un regalo de mis padres. Antes de que llegase a mí este primer -y único- aparatito fotográfico réflex, estudié manuales, consulté páginas webs y me informé vía blogs sobre fotografía. En fin, hice todo un estudio en profundidad. Sabía el significado de la palabra diafragma, el concepto de velocidad de obturación, la potencialidad del ISO. Recuerdo apuntar en una libretita todos estos conceptos básicos y necesarios para empezar a manipular una cámara. Lo estudié todo en verano, y en Madrid -ya sabes lo asquerosa que se pone la capital en esta estación tan bochornosa, así que imagínate mi aburrimiento-.


Cuando por fin llegó a mis manos el dichoso aparatito empecé a hacerle fotos a mi abuela, a mi madre, a mi padre y a mi hermana. Un álbum de fotografía vernácula para la familia. Recuerdo tener cierto reparo al principio: no sabía si después de tantas horas de apuntes iba a poder hacer fotografías como las que me había propuesto.

Creo que sabes que soy una persona bastante impulsiva, efusiva y enérgica: si se me mete algo en la cabeza no hay alternativa, lo hago y punto. Y esto es lo que me pasó con esta disciplina. Recuerdo no parar de hacer fotos en los primeros días. Solo hablaba de cámaras, de retratos, de velocidades. Di toda una tralla desmesurada con el tema de la fotografía a mis amigas, a mis padres, a mi hermana. Mi efusividad llegó hasta a mis abuelos. Guardo muchas de las fotos de aquellos primeros días. Hice fotografías al gato de los vecinos de abajo, a las horas de lectura de mi madre, al perfil de mi padre y a algunos paisajes de Cantabria. Luego empecé a hacerme autorretratos en mi habitación, en el baño de mis padres, que es de mármol. Recuerdo sacarme algunas fotos bonitas en blanco y negro y con bastante carga poética. Pero ya no me hago fotos, Espe. Supongo que por falta de tiempo o de ganas. También es que considero que mi estética ha cambiado mucho desde esos primeros años.


En el año 2017 encontré por casa una cámara analógica de cuando mis padres eran jóvenes, y es verdad que ahora siempre llevo esa camarita. La saco cuando considero que hay que sacarla, en momentos en los que veo que todo está siendo divertidamente idóneo para ser fotografiado. Como cuando estuvimos en el bar de Lavapiés, ¿te acuerdas? Tú también sales en algunas de las fotos de mi carrete. Aunque la que más me gusta es la que te hizo Elena, sales tremendamente luminosa. Recuerdo ese día con todos sus matices, me dio mucha pena volver a casa tan pronto. Me alegro mucho de llevar mi cámara encima en esos momentos.


Lo que te quería decir, Espe, es que considero que ahora mismo estoy en un momento más espontáneo, no tan trascendental. He dejado un poco de lado el blanco y negro y siento las fotos más vivas con flash y en color, por eso suelo usar la cámara analógica. Retrato a mis amigos, sus detalles y algunos fragmentos que me resultan particulares. David siempre me dice que se nota que una foto es mía por los detalles en los que siempre me detengo, él dice que tengo cierto matiz documental. Yo la verdad es que no lo sé; yo solo hago fotos de cosas que me llaman la atención: retratos y detalles que parecen nimios, pero que se me revelan profundamente trascendentales. Y supongo que esto es un poco todo, Espe. O un todo en resumen. Ya te digo que me resulta curioso retratarme así, por escrito, y solo espero que te resulte interesante. Cuando quieras nos vemos más despacio y nos abrimos un poquito más. Nos vemos pronto, Esperanza.


Un abrazo fuerte desde el margen izquierdo de la clase,

Irati.

 Autorretrato, Cámara Canon 1200D, abril de 2016. Casa, baño de mármol. 
Islas Cíes en familia. El perfil de mi padre. Cámara Canon 1200D, julio de 2018. Islas Cíes, Galicia.
Abuelo Pepe, serie de fotografías.  Canon 1200D, abril de 2017. Madrid.
Diana.  Canon 1200D, julio de 2017. Madrid.
Viaje a Praga con Jaime. Analógico, marzo de 2019. Praga.
Viaje a Bruselas con Mario y Helena. Analógico, julio de 2019. Bruselas. 
Concierto La Pegatina. Analógico, mayo 2019. Madrid.
Fiesta en el garaje. Alba y Loranca. Analógico, septiembre 2020. Madrid.
Pao. Analógico, octubre 2020. Madrid.
Gabriela. Analógico, marzo 2021. Madrid.