Javier López Rodrigo
«Repoblación rural» es un concepto que desde los inicios de la pandemia ha cogido bastante fuerza. Tras el confinamiento y la cantidad de empleos que han pasado a funcionar vía online, muchas personas han decidido pasar de las grandes ciudades, donde el espacio es más limitado y la vida es más cara, a espacios rurales con menor densidad de población, menor probabilidad de contagio por la Covid, y con una mejor calidad en el aire y en el entorno.
Sin lugar a dudas, el confinamiento domiciliario ha ocasionado una búsqueda de lugares amplios y pocos concurridos para aquellas personas que lo han sufrido en sitios muy cerrados. Como hemos comentado, esta necesidad de tener mayor amplitud, acompañada de un mayor número de empleos que han tomado la vía online como nuevo método de trabajo, ha revivido la repoblación rural de pueblos y localidades de pequeña extensión y recursos limitados. Aunque esta iniciativa resulta bastante interesante y pondría en marcha localidades en peligro de desaparecer, la distribución poco igualitaria de la red y del internet dificulta la ejecución masiva de este plan.
La cobertura en los pueblos es mala. Pinarejos es un municipio de la provincia de Segovia de 188 habitantes, de los cuales menos de la mitad viven en la localidad durante todo el año. En este pequeño municipio de menos de dos kilómetros de extensión, la cobertura es bastante limitada, alcanzando su mayor rango en la iglesia, casi a las afueras, o en un antiguo lavadero, al otro lado del pueblo, cerca del pinar. Aunque la mayor parte de los habitantes no son usuarios de los medios digitales más allá de alguna llamada casual a familiares o amigos, hay un porcentaje de niños y de adolescentes que encuentran difícil poder mantenerse al día en sus redes sociales y en los medios de comunicación si no es visitando estos lugares. El caso de Pinarejos es la realidad de muchos otros pueblos, donde la escasa juventud se encuentra frustrada y limitada por los pocos recursos proporcionados por el gobierno. Muchos vecinos alzan el grito aclamando que son invisibles ante las instituciones públicas porque no generan el movimiento y el dinero de las grandes ciudades, pero no por falta de intención, sino porque no se les presenta la oportunidad para hacerlo.

Algunos vecinos de Pinarejos, explican que el pueblo antes tenía varios mercados y que era una gran productora de pegamento, pero que al cerrar las fábricas, el resto de la economía cayó, dejando únicamente una tienda de ultramarinos disponible. A raíz del cierre de estas fábricas de pegamento, para el cual utilizaban la resina de los pinos, más y más personas fueron abandonando el pueblo para encontrar otras oportunidades de trabajo en las grandes ciudades, convirtiendo a la localidad en una residencia para el verano.
A través de esta caída en la población y en la relevancia económica, poco se ha podido hacer para
llevar las nuevas tecnologías, soportes de redes y otras facilidades como el transporte público.
A lo largo de los años se han intentado fomentar, sin éxito, algunas políticas y leyes en
relación con revivir “la España abandonada”, pero por falta de infraestructura, por falta de interés, o por ambas, no han llegado a funcionar del todo. Pero si algo nos ha enseñado la pandemia que sufrimos, es que el trabajo a distancia es real y factible, y en muchos casos ventajoso para los empleados. En 2021 ya contamos con redes avanzadas, con dispositivos con un rango muy amplio de conexión, e incluso con la expansión del 5G. Estos argumentos deberían resultar suficientes para repoblar las zonas vacías del país, pero para ello se necesita un gran apoyo del gobierno, y una mayor selección de puestos de trabajo que permitan trabajar a distancia. Según el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, hay 40 núcleos de población sin ningún tipo de conexión telefónica y otros 88 núcleos con un acceso prácticamente nulo.

Castilla y León domina esta tabla, ya que es una comunidad autónoma que basa su economía en la agricultura y la ganadería, aunque también es bastante famosa por el turismo, el cual podría ser mejor impulsado si hubiese una buena red de conexión que diese a conocer pueblos como Pinarejos, que cuenta con una iglesia románico-mudéjar, con frescos muy bien conservados pero que podrían verse deteriorados por la falta de financiación por la administración española.
La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), publicó en 2020 un informe en el que se prometía la instalación de antenas que redujesen la brecha de conexión en nuestro país. Aunque esta notica fue acogida con ilusión y esperanza, la transmisión de datos prometida era de 30Mbps para la mayor parte de lugares sin conectividad, una cifra muy baja y escasa para poder trabajar a distancia, ya que normalmente nuestros dispositivos están conectados en frecuencias de entre 150Mbps o 300Mbps, por lo que 30Mpbs no solventarían el teletrabajo y solo permitiría responder algunos mensajes en las redes sociales más conocidas.
Sin lugar a dudas, la repoblación de la “España vaciada” es una hazaña a perseguir, y aunque queda mucho camino por delante, puede dar un gran beneficio a pequeñas localidades y a la propia producción económica del país.