
Fuente: Eric Meola. Getty Images
La danza es una forma de expresarse. Como lo son la música, la palabra o la mirada. Es también una manera de intercambiar, de dejar un poso en los demás y recoger sensaciones y emociones con las que seguir creando. La danza es un arte que se extiende por todo el planeta y se practica en todas las culturas, lo que la convierte en un elemento de unión y aprendizaje entre pueblos.
Como si de un organismo vivo se tratase, la danza crece, se desarrolla y se expande por diversos lugares al tiempo que lo hacen sus creadores. Y de esta forma tan natural, la danza africana llegó a España, aunque algunos todavía no crean que exista. A ritmo de percusión, voces y palmas un torbellino de movimientos sacude un cuerpo con los pies bien anclados a la tierra.
Una disciplina artística como la danza africana no puede enraizar en una región ajena a su tradición cultural de la noche a la mañana, pero en la última década hemos asistido a un destacable incremento en su práctica que en ningún caso se puede confundir con su estabilización en España.
¿Danza Africana?
Convendría empezar rompiendo el mito de la existencia de la danza africana que vendría a ser equivalente a la existencia de una danza europea o americana. África es un vasto continente poblado por cientos de países, etnias, tribus, pueblos y culturas diversas con tradiciones propias.
En consecuencia, existen miles de danzas tradicionales con técnicas, pasos, instrumentos y significados muy diferentes entre sí. Parece un detalle nimio, mera nomenclatura, pero ¿es acaso lo mismo hablar de flamenco que de jotas?
Todas estas danzas tradicionales están muy arraigadas a los pueblos que las practican y responden a sus creencias, necesidades, anhelos y ceremonias. Así pues, definir qué son o qué rasgos poseen es muy complicado dada la vasta variedad existente. Aka Jean Claude Thiemele, antiguo bailarín y coreógrafo del Ballet Nacional de Costa de Marfil, destaca el elemento comunitario dentro de estas danzas “al vivir en comunidad nos sentimos más arropados y podemos expresarnos desde nuestro yo interior”.

Marfil, fue bailarín y coreógrafo del Ballet Nacional de su país. En España creó su propia
Compañía de danza. Ha bailado y actuado por todo el mundo.
Almudena Rubiato es bailarina, profesora y aprendiz de danza africana y destaca la enorme riqueza y valor de estas danzas: “va más allá de la elaboración y el artificio, tiene su utilidad y trasfondo en lo cotidiano: los rituales de siembra, de paso, los bautizos, las bodas, la circuncisión…” En el ámbito artístico también son danzas tremendamente ricas que poseen infinidad de pasos y combinaciones, además de ritmos y formas diversas.
Esta mezcla tan embelesadora de tradición, cultura, energía, música, movimiento y exotismo va cogiendo fuerza fuera de las fronteras del continente africano. El problema principal es que este exotismo que siempre relacionamos con África (entre otros lugares) condena a estas danzas, en ocasiones, a quedar relegadas al ámbito amateur o poco profesional.
Llegada a España
La danza se mueve con la gente y así ha ido llegando a España, al ritmo que la inmigración lo hacía. Mientras las comunidades étnicas de diversos países africanos crecían, la danza iba arraigando en determinados círculos. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística) en 2020 había en España un total de 1.193.407 africanos y solo en la Comunidad de Madrid la cifra ascendía a 114.861. A estos se han ido uniendo los interesados en la cultura africana en cualquiera de sus formas. Y así, paso a paso, las danzas tradicionales se han abierto hueco entre la inmensa cantidad de disciplinas y estilos que se practican en España y, más específicamente, en Madrid.
Sin embargo, la clave reside en el salto a la profesionalización de estas danzas, es decir, su capacidad de alcanzar el estatus consolidado que tienen otras como el flamenco, el ballet, el claqué o la danza del vientre.
Perspectiva profesional en Madrid

diferentes coreógrafos, performers e improvisadores.
Imparte, entre otras, clases de danza africana.
En la capital se baila bastante afro, pero la realidad es que se hace en círculos alternativos muy concentrados, sin llegar a dar el salto al gran público. En el portal Danza.es, inserto dentro del INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música), existe un repertorio de los Centros de Enseñanza que hay en España (y que han solicitado aparecer inscritos en él). Dentro de la Comunidad de Madrid tan solo el 7% de estos Centros de Enseñanza ofrecen cursos de danzas africanas u otros estilos fusionados con ellas (afro-jazz, kizomba, etc.).
Aunque no podemos afirmar con rotundidad que no existan otros lugares donde poder aprender danzas africanas, estos son minoritarios o están en los márgenes, pues no aparecen en los registros que hace este portal de danza dedicado a promover las actividades de creadores, intérpretes y entidades de la danza de España. Entonces, ¿qué es lo que sucede: no
dejamos espacio para el desarrollo de las danzas africanas en España o ellas no consiguen encontrar el modo adecuado de coger impulso aquí?
Camino a la profesionalidad
Cabría poner encima de la mesa la posibilidad de que exista cierta discriminación o minusvaloración de estas danzas por razones históricas, políticas y raciales. Inevitablemente, todas estas cuestiones están íntimamente ligadas y desde el momento en que “lo negro” es considerado solamente exótico e, incluso, inferior, su danza podrá verse afectada por los prejuicios. Almudena Rubiato hace referencia precisamente a este exotismo que puede desembocar en la discriminación dado que “es un arte que proviene de gente que está ya en España y muchos llevan años e, incluso, tienen la nacionalidad. Y eso se obvia.”
Aka Jean Claude Thiemele no cree que sean danzas discriminadas, pero entiende que sí se tienen menos en cuenta a nivel escénico “si te digo que vengo de un Ballet (Ballet Nacional de Costa de Marfil) sabes que soy profesional, pero si te digo que hago danza tradicional o danza africana no me consideras profesional”.
Respecto a esta cuestión César Casares, presidente de la Asociación de Profesionales de la Danza y exbailarín, afirma que hay unas claras connotaciones políticas relacionadas con la descolonización del continente africano “no tenemos una población folclórica como expresión más allá de la idea del franquismo y la ayuda a los pobres, por eso lo comprendemos [la danza africana] como algo poco profesional, sin técnica, para pasarlo bien”. Aún así, también apunta a un posible factor temporal dentro de la profesionalización de estas danzas de la misma manera que el flamenco (y otros estilos) siguió un proceso paulatino hasta llegar a la posición consolidada que ocupa en la actualidad.
Rememorando la famosa frase “el problema de los africanos somos nosotros mismos”, Aka Jean Claude Thiemele plantea también la posibilidad de que desde el propio ámbito profesional del afro no se haya conseguido transmitir bien esta disciplina artística tan rica como para atraer a un público amplio y fiel que la considere tan profesional como cualquier otra. Mientras hace retrospección, Aka afirma que deben plantearse cómo hacer que la gente considere profesional su trabajo.
Futuro próximo
Sea cual sea la razón de este estancamiento de las danzas tradicionales africanas en España, los profesionales de estas disciplinas se ven severamente afectados. Almudena Rubiato afirma que es posible vivir de estas danzas, pero no de forma segura “se trabaja mucho y no se está tranquilo, y en estos tiempos menos”. También es destacable que el mundo de la danza y el arte, en general, es uno de los más precarizados en España, así que aquellas disciplinas que están menos arraigadas son las que primero notan esta precariedad y dificultad económica y de desarrollo.

Aka Jean Claude Thiemele vive exclusivamente de ello, pero entiende que es necesario saber enfocar bien cómo hacerlo: “es una danza muy explosiva, llega un momento en que no puedes bailarla más. Tienes que ver cómo enfocarlo: hacer compañías, ser profesor, montar escuelas, etc.”
Entidades que trabajan por su integración
La difusión de las danzas africanas y, en líneas generales, la cultura del continente recae no solo en los propios bailarines y coreógrafos sino también en el trabajo de diversas entidades públicas y privadas. En este aspecto es importante hablar de Casa África, instrumento de diplomacia pública entre el continente africano y España. Entre todos los ámbitos a los que dedica actividades destaca la cultura, una herramienta fundamental para conseguir difundir y reforzar relaciones.
Juan Jaime Martínez, Jefe del Área de Cultura y Educación de Casa África, afirma que “la danza africana es una gran desconocida que cada vez despierta más interés”. Desde esta institución no solo se promueven actividades propias, sino que también se apoya el desarrollo de otras como el festival áfrica moment en Barcelona o el Festival de Danza de Canarias donde se comenzó a incluir danza africana.
El balance general de la actividad que realiza Casa África para la difusión de la danza africana es muy positivo, aunque aún queda “mucho camino por recorrer”. Ya existen numerosas colaboraciones entre coreógrafos africanos como Gregory Maqoma (fundador de la compañía Vuyani Dance Theatre) y españoles, que recorren el mundo con sus espectáculos. “La casa nace en 2007 por algo, por la falta absoluta de conocimiento”. Parte del trabajo de esta institución recae también en terminar con esos clichés asociados con el continente africano que impiden ver más allá de las noticias más escandalosas que los medios muestran a menudo.
«La danza africana es una gran desconocida que cada vez despierta
más interés»
Todavía queda un largo camino por recorrer para que las danzas africanas ocupen un lugar primordial dentro del panorama cultural español. Algunos hacen oídos sordos a una realidad innegable que es la presencia de una comunidad africana heterogénea y creciente dentro de nuestras fronteras, con una cultura y tradiciones propias que compartir.
Frente a esto, otra parte de la sociedad empieza a conocer e interesarse por la cultura del inmenso continente africano. Aparece un cambio de tendencia, en la que aumentan las personas que tienen en gran valor a este colectivo y sus danzas buscando aprender, disfrutar, sentir y expresarse con ellas. Hay un proverbio africano que no dejar lugar a las dudas: “la danza es el camino más corto entre dos personas”.

Fuente: Timothy Allen. Getty Images