Las bandas femeninas, una nueva revolución en el panorama madrileño

Carmen Molina

La Movida Madrileña, las bandas pop de los 2000, El Canto del Loco, Fangoria, Pereza, Hombres G, Mecano… La escena musical de Madrid ha estado en la vanguardia española durante décadas. Tanto si la capital nos inspira amor, odio o indiferencia, es innegable que el mundo del pop y el rock se han saciado con las juventudes madrileñas. Sin embargo, a pesar de esta tremenda proliferación de bandas, es difícil nombrar alguna compuesta solo por mujeres. Como explica Magüi Berto, cantante de Ginebras “siempre hemos sentido la falta de referentes. Puedes ver a cantantes mujeres en otros grupos, pero tocando instrumentos no se ven tantas. Y ver una banda entera femenina es casi imposible”. Y ya no solo en Madrid, si hacemos un barrido mental por las bandas españolas que han surgido desde el final del franquismo, la mayoría cuentan con una representación íntegramente masculina. Algunas excepciones son La Oreja de Van Gogh o Amaral, pero de nuevo, las mujeres de estas bandas tenían el papel de cantantes.

Cuando se habla de bandas femeninas en España, personalmente, en lo primero que pienso es en Las Vulpess y en temas como “Quiero ser una zorra” o “Inkisición”. Sin embargo, el tono rebelde que caracterizaba al punk-rock de los años 80 no era bien recibido en la población post-franquista y menos aún si venía de una banda de mujeres que hablaba sin tapujos sobre sexualidad. Cuando “Quiero ser una zorra” sonó en el programa Caja de Ritmos generó una oleada de críticas entre los espectadores más conservadores. La polémica llegó incluso a que el Fiscal general del Estado presentara una querella contra la banda por escándalo público. Algo que no ocurrió cuando Eskorbuto (una banda punk masculina) lanzó su single “Cuidado”, en el que amenazaba directamente a las fuerzas del estado con una posible rebelión.

Sin embargo, el panorama ha cambiado mucho en el último lustro y Madrid se ha cubierto de bandas nuevas compuestas únicamente por mujeres. Si antes nombrar a grupos femeninos era difícil, ahora lo difícil es no hacerlo, al menos en el mundo del Pop Rock español: Ginebras, Las Cariño, Las Odio, Genderlexx, Hinds, Bones of Minerva, Las Chillers, Melenas… Son solo algunos ejemplos del amplio rango de bandas femeninas que han superado el underground en Madrid para establecerse como grupos representativos de la ciudad y de sus géneros musicales.  Sin embargo, todavía estas bandas sufren diversas formas de discriminación entre sus pares. Ana García, una de las integrantes de las Hinds, una banda garage de alcance internacional nacida en Madrid, asegura que aún después de su éxito sigue aguantando toda clase de desprecio y condescendencia por formar parte de una banda de mujeres: “Lo que ocurre en la música es bastante parecido a lo que pasa en el fútbol. Como una sensación de que tanto el deporte como la música es cosa de hombres. Como si la mujer lo hiciera como hobby. Lo que le ocurre a las chicas del fútbol (‘qué majas, han marcado un gol de cabeza’), también nos pasa a nosotras (‘qué majas, se han colado en el cartel de Glastonbury. Oh, claro, les va bien porque son chicas y como son chicas es superdiferente’”.

Y es que las Hinds apenas aparecen en la escena española; pero Ana (voz y guitarra), Carlotta Cosials (voz y guitarra), Ade Martín (bajo) y Amber Grimbergen (batería) dieron sus primeros pasos en el mundo de la música dentro de un pequeño bar madrileño llamado La Galerna. Este fue el inicio de camino de precariedad y discriminación (del que cuentan historias que rozan lo surrealista, como que les arrancaban las pegatinas en los festivales por ser la única banda femenina), que acabó con un éxito exorbitante en Gran Bretaña. The Guardian hablaba de ellas como: “Las Hinds- una banda de rock and roll sin barnizar y con una energía y una frescura adolescentes”. La razón de este éxito en el extranjero estuvo motivado por diversas razones. La primera y más evidente es que las Hinds cantan en inglés. Pero además, como contaron en una entrevista de 2019, la juventud española no está acostumbrada a estilos como el garage: “Hay una cuestión más que no se ha valorado aquí hasta ahora y es el rescate que grupos como Hinds ha hecho de géneros antes inexistentes entre los jóvenes. En los últimos años, en ciudades como Madrid, los conciertos de punk o de garage habían sido una suerte de convenciones a las que siempre acudían los mismos cuatro gatos. Cuatro gatos mayores”.

Otra banda femenina bien cañera es Genderlexx. Ellas se presentan en la escena sin tapujos como una “banda de bolleras” y dan voz en España, en concreto en Madrid, al Queercore. Este estilo nació en los años 80 como un movimiento interno al rock, pero también como un espacio seguro y de activismo LGTBIQ+ dentro del panorama musical (dominado por la heteronormatividad). Roma (vocalista), Clau (guitarra), Marto (guitarra), Juls (bajo) y Rebe (batería) se conocieron, como muchas bandas actuales, por internet. Su primer contacto fue gracias al blog sobre punk “Core Tres”, que creó una página de Facebook para mujeres dedicadas a la música en Madrid, al que pertenecían las que acabarían siendo las miembras de Genderlexx.

Al igual que Hinds, las componentes de Gerderlexx han recibido todo tipo de críticas por ser una banda femenina y, que además, escapa en sus temas y su presentación estética de la imagen cisheteronormativa. Marto declara estar cansada de “la falta de representación o que se cuestione la calidad de nuestra música por ser tías y bolleras” y cuenta que:  “una vez un tipo me dijo que etiquetarse era muy de grupo de chicas”; sin embargo “como tocamos mucho en nuestros espacios nos libramos de muchos de esos problemas, pero de todas maneras a todas nos han hecho mansplaining o comentarios machistas de cualquier tipo”. Las letras de sus canciones buscan representar la realidad de la población queer en España, como le dijo Rebe a Salto Diario “representar todo lo que hemos querido ver sobre un escenario”, lo que remata con la bellísima sentencia “sentirnos grupo y sentirnos público”. Esto es algo que la industria cultural le ha arrebatado sistemáticamente a la población alejada de los rígidos cánones de la normatividad, pues como dice Marto es difícil “ver bolleras cantando sobre cosas de bolleras”, al igual que es difícil ver bandas compuestas de mujeres.

Tontipop

Dos de las bandas madrileñas con mayor repercusión a nivel nacional tocan tontipop y están compuestas enteramente por mujeres. Hablo de Las Cariño y las Ginebras, grupos cuya popularidad ha crecido enormemente durante una época tan difícil para la cultura como la actual (marcada por la pandemia de la covid-19 y la falta de espacios para la celebración de conciertos).

El tontipop es el nombre peyorativo que se le daba en los años 90 a un estilo de música que, según Yoyo (una de las revistas más influyentes sobre el underground español en los años noventa) combinaba “las melodías yé-yé de los setenta, el amateurismo del indie pop DIY de Sarah y K Records, la frescura de la movida madrileña”. El surgimiento de este estilo se remonta a la banda “Los Fresones Rebeldes”(que, a pesar de no ser una banda íntegramente femenina, contaba con tres miembros mujeres) a la que siguió “La Casa Azul”. Y es que el tontipop es un fénix que renace constantemente de sus cenizas: a pesar de tener periodos de mayor inactividad, nunca desaparece de forma definitiva, sino que vuelve revitalizado y, sobre todo, rejuvenecido. Es por ello que su impacto es más que considerable sobre el pop español, a pesar de que cierto sector de la crítica musical lo considere un estilo “simple y poco serio”. Lo cierto, es que el principio de este género es la sencillez en cuanto a melodías y letra. Sin embargo, este elemento no le resta originalidad y frescura al tontipop, por el contrario, la conexión de estos rasgos con el indie permite que estas bandas experimenten tanto con la forma como con el fondo de sus temas.

El ejemplo más paradigmático de tontipop español son Las Cariño. María, Paola y Alicia se conocieron en Tinder y, aunque no surgió el amor, sí lo hizo el cariño. Sus canciones oscilan entre el cinismo y lo romántico, con un claro trasfondo irónico. Sus letras se centran en lo cotidiano, en el día a día de sus vida amorosa, y no destacan por ser reivindicativas. Sin embargo, su naturalidad y falta de prejuicios hace que Las Cariño acaben dando visibilidad a muchas cuestiones poco presentes en el panorama mainstream de la música. Un ejemplo de ello es “Bisexual”, un tema que trata sobre el momento en el que Paola descubrió que los chicos también le gustaban. Según la protagonista de esta historia: “no hace falta explicarlo, pero está bien decirlo porque hay gente que telita. Y ahora se ve con ciertos partidos políticos que emanan de la nada.”

Aunque hace unos años esto habría resultado difícil de creer, Las Cariño no es la única banda que ha emergido de Tinder en los últimos años. Esta red social de citas también unió a Magüi, Sandra, Raquel y Juls en Ginebras. Su primer disco “Ya dormiré cuando me muera” salió este pasado (y fatídico) 2020 con temas tan cotidianos y personales como “Metro de Madrid Informa”, en el que reflejan el instante en que te sientes irremediablemente atraída hacia una persona aleatoria, pero con rollazo, a la que acabas de ver en el metro. Sin duda, puro costumbrismo. Ginebras no se adhiere directamente al tontipop, sino que han creado un género propio, el “tontirock”, que conserva el buen rollo de su predecesor, pero con unos ritmos más cañeros.

Y para cerrar este reportaje he recuperado una reflexión que hicieron Magüi y Raquel en una entrevista para Mondo Sonoro: “Somos un grupo reivindicativo, pero sin buscarlo. A mí me gustaría ser un grupo reivindicativo pero sin ser únicamente eso. Además, creo que el hecho de que seamos cuatro mujeres tocando ya reivindica algo porque es, desgraciadamente, enfrentarse un poco a lo establecido”.