En un mundo en el que las calculadoras están más cerca que nunca, surge la pregunta “¿Para qué quiero aprender matemáticas?”. Aunque hay quienes ponen en duda la utilidad de aprender a resolver operaciones aritméticas como sumar, restar o dividir, tienden a cuestionarse con mayor ímpetu las ecuaciones, matrices, raíces cuadradas… La justificación para ello es que no tienen aparentemente una aplicación directa en la vida cotidiana. Sin embargo, las matemáticas se encuentran en más lugares de los que imaginamos.
Según afirma el Comité Español de Matemáticas (CEMat), las matemáticas son instrumentales para la mayoría de áreas de conocimiento: la ingeniería, las ciencias naturales, de la salud y sociales, la arquitectura… Incluso está presente en algunas disciplinas que parecen no estar asociadas directamente, como la música. Pero además, el comité destaca que las matemáticas también tienen un valor propio, independiente de su papel en relación con el resto de áreas.
En definitiva, las matemáticas nos acompañan de diversas maneras a lo largo de nuestra vida. A pesar de que nuestro primer acercamiento con ellas se produce en preescolar, el primer contacto real con esta disciplina llega en primaria. Aquí damos comienzo a una relación con las matemáticas que se mantendrá (mínimo) hasta cuarto de la E.S.O., y que para muchas personas no es positiva. Son muchos los alumnos y alumnas que califican a las matemáticas como “frustrantes”. Elvira, estudiante de Psicología, recuerda “odiar” las matemáticas en el instituto: “Es cuando empiezas a dar la parte ‘no práctica’ de las mates. Sumar y restar lo vas a usar en tu día a día, pero las cosas más complicadas no entiendes para qué te sirven”. En ello coincide Daniela, una estudiante de primero de la E.S.O. que después de toda una clase operando con fracciones se pregunta “¿Y esto para qué me va a servir?”.
Alba, estudiante de Educación Primaria, asegura que “las matemáticas se enseñan mal, punto”. Explica que esta disciplina no suele gustar porque se basa en “operación, operación, operación”, cuando afirma se podría enseñar de forma divertida con juegos, laberintos o juegos de cartas. Alex, estudiante de Matemáticas, afirma que la enseñanza de esta disciplina presenta carencias: “Un problema muy grave me parece no enseñar lógica a una edad temprana, ya que facilitaría mucho las cosas. También se podrían hacer más las matemáticas atractivas si se entendiesen como un puzzle. Aún así, entiendo que la dificultad sea grande, al final para aprender algo nuevo hace falta tener claros conocimientos previos, y esto es muy difícil conseguirlo”.
El CEMat, consciente de las dificultades y carencias que presenta la enseñanza ha redactado unas Bases para la elaboración de un currículo de Matemáticas en Educación no Universitaria. Este documento reúne una serie de propuestas que han sido enviadas al Ministerio de Educación con la esperanza de que se incorporen en el nuevo currículo escolar (que llegará a las aulas en el curso 2022/2023). Luis Rodríguez, presidente de la comisión de educación de la Real Sociedad Matemática Española (RSME), miembro del CEMat y coautor de estas bases, asegura que quieren lograr que las matemáticas se entiendan: “Buscamos que se comprenda que no son procesos mecánicos de aprender y aplicar fórmulas sin darle sentido o resolver problemas sin saber qué se está resolviendo”.
Los autores y autoras de este informe comprenden que existe una complejidad inherente a las matemáticas, y eso requiere un nivel de abstracción al que puede resultar difícil llegar, pero también consideran posible enseñar esta disciplina de una manera más atractiva. En estas bases se propone reducir el tiempo que se dedica a realizar ejercicios repetitivos y dejar de calcular con lápiz y papel operaciones que en la vida real haríamos con la calculadora. “Cuando se aprenden operaciones aritméticas básicas es importante hacerlas a mano, pero una vez que aprendes a dividir con dos o tres cifras, hacerlo con más no te aporta nada. Repetir siempre operaciones solo aporta aburrimiento”, asegura Rodríguez.
Además de reducir el tiempo empleado en la repetición de ejercicios mecánicos, proponen dar más peso a la reflexión y al razonamiento matemático. Lara, actual estudiante de Bellas Artes, asegura que lo hubiera agradecido cuando estudiaba en el instituto: “Yo nunca supe hacer problemas, sabía las fórmulas y sabía resolver ejercicios mecánicos, pero aplicar la lógica para resolver problemas me era imposible”. Cristina, estudiante de Ingeniería de Sonido e Imagen, coincide con ella, pues considera clave hacer entender al alumnado el sentido detrás de las fórmulas y las operaciones: “Solo si logras entender bien la base puedes extrapolar lo que aprendes a otros problemas”. Alba expone que en muchas ocasiones las explicaciones en matemáticas concluyen con un “porque es así”, cuando esto no aporta nada al estudiantado y les dificulta comprender y asimilar los contenidos de la asignatura.
“Hacer entender” al alumnado las fórmulas que está empleando o los problemas que está resolviendo es imprescindible para alumnos, pero también para docentes. Ricardo Colina, profesor de matemáticas en secundaria y bachillerato, considera clave que los estudiantes sean capaces de comprender cada operación y poco a poco interiorizar el lenguaje matemático. Sin embargo, reconoce que esto puede ser complicado, ya que las matemáticas exigen un nivel de abstracción al que es difícil adaptarse. Para lograrlo, cree que es importante despertar en los alumnos un interés por las matemáticas, o al menos impedir que su relación con ellas sea negativa. Con este mismo propósito, el CEMat ha destacado en este informe la importancia de conectar lo que se estudia con la vida real, ya que aseguran que esto facilita el desarrollo de la competencia matemática. Consideran esencial que la educación matemática parta de “situaciones problemáticas que sean significativas para el alumnado”, ya que esto ofrece oportunidades para dar significado a los constructos matemáticos que desarrollan los estudiantes mientras resuelven problemas. En esta misma línea, Colina asegura que una buena comprensión puede permitir al alumnado extrapolar sus conocimientos matemáticos a la vida cotidiana, lo que a su vez les puede ayudar a adquirir una visión positiva (y útil) de la disciplina.
Otro de los aspectos que se mencionan en estas bases y con la que coinciden alumnos y profesores es la importancia de la “conexión” con el alumnado. Para ello, el informe señala la gran revolución que han experimentado las matemáticas en los últimos cincuenta años, destacando la irrupción de los ordenadores; por ello, se propone el uso de la computación. “La selección adecuada de los recursos tecnológicos para el trabajo en el aula de matemáticas permite al alumnado aprender y profundizar en el conocimiento matemático”, se expone. La tecnología puede ser una gran aliada para despertar el interés de los estudiantes por la disciplina, y hacer su estudio y asimilación más amena.
A pesar de que esta disciplina no sea de las más populares en la escuela, las matemáticas son algo natural que nos va a acompañar toda la vida. Por ello, el CEMat, junto a multitud de docentes y alumnos, desean que se produzca un cambio en la enseñanza de esta asignatura.