Crema solar: un imprescindible

cremasolar_enelvertice Fuente: Getty Images

VERANO es sinónimo de vacaciones, descanso, viajes, reencuentros, aventuras, playa, montaña, calor… y sol, mucho, mucho sol. De la mano del astro de fuego viene la temible crema solar, tan necesaria como odiada. Porque pica, porque escuece, porque impide un rápido bronceado, porque deja blanco, porque es pegajosa, porque se va con el agua, porque se mezcla con la arena, porque, porque, porque…

Es grande el número de personas que experimentan una (o varias) quemaduras considerables a principio de verano antes de ponerse en serio con la crema. Y es que su uso no es ninguna broma. Más allá de la molestia puntual de una quemadura solar, hallamos serios problemas en la piel provocados directamente por la exposición solar sin protección: arrugas, manchas, decoloraciones, pelados, envejecimiento, alergias e, incluso, varios tipos de cáncer de piel.

Cómo actúa la radiación en nuestra piel

Aunque la luz solar tiene efectos positivos sobre las personas (vitamina D, sensación de bienestar o control de algunos trastornos crónicos de la piel), los efectos nocivos son inmensos. Estos se acrecientan en verano cuando el eje de la Tierra provoca que sus rayos incidan con más fuerza en la superficie, y a determinadas horas del día. Además, la contaminación ha provocado agujeros en la capa de ozono, que se encarga de protegernos de las radiaciones solares, haciendo todavía más dañina la exposición al sol.

El componente de la luz solar con más efecto sobre la piel es la luz ultravioleta (UV) que se clasifica en tres tipos según la longitud de su onda: UVA, UVB y UVC. La radiación UVA puede penetrar hasta la dermis y provoca el bronceado al estimular la síntesis de melanina, aún así, también provoca envejecimiento, arrugas, sequedad, etc. La radiación UVB causa daño grave en la epidermis como las quemaduras solares. Ambas pueden dañar el ADN y provocar distintos cánceres de piel.

Ante estas amenazas, la piel genera protección de forma natural. Le epidermis se engrosa para bloquear la luz UV y se comienzan a fabricar grandes cantidades de melanina. Esta es la encargada de oscurecer la piel dando lugar al bronceado. Este oscurecimiento de la piel absorbe energía de la luz UV evitando el daño de las células cutáneas más profundas. Llegados a este punto, conviene preguntarse si el bronceado es bueno para la salud o no.

La respuesta de los dermatólogos es firme y unánime: el bronceado no tiene ningún beneficio para la piel, simplemente es un intento del organismo de protegerse de la nocividad de la radiación solar. La sensibilidad de cada persona a la radiación solar dependerá de la cantidad de melanina que su cuerpo genere y esta, a su vez, depende de factores hereditarios y de la cantidad de exposición solar más reciente. Así pues, las personas rubias y pelirrojas son más vulnerables a ser dañados por la radiación debido a la poca melanina que generan. Los niños también son más sensibles a la luz solar.

Una madre aplicando crema solar en la espada de su hijo. Fuente: Getty Images

Ante esta nocividad, el mejor consejo es evitar la radiación, sobre todo en los momentos de mayor exposición solar (de 12 AM a 4 PM). En cualquier caso, el uso de crema solar es también vital, no solo para tomar el sol en la playa o en la piscina, sino también en las actividades cotidianas que requieran exposición solar (por pequeña que sea).

Cómo funcionan las cremas solares

Una vez que sabemos la importancia de la crema solar es hora de entender cómo funciona para elegir la que mejor se adapte a nosotros y saber usarla correctamente. Las cremas están compuestas de filtros solares encargados de absorber las radiaciones UV. Estos filtros pueden ser físicos (sustancias inorgánicas de origen material) o químicos. A la hora de elegir crema solar es imprescindible comprobar que tenga efectividad contra la radiación UVB y también UVA.

El Factor de Protección Solar (SPF, por sus siglas en inglés) indica el nivel de protección solo contra la luz UVB. Funciona multiplicando por dos el tiempo que tarda la radiación solar en dañar la piel. Es decir, si la piel tarda dos minutos en enrojecer y verse dañada por la luz UVB, una crema de SPF 30 aumentará este tiempo a 60 minutos (30 x 2 = 60). En cualquier caso, esta regla solo funciona si se cumplen varias premisas: aplicarse la crema 20 minutos antes de la exposición solar, replicar el protector cada dos horas y usar una cantidad de 2mg/cm2 de superficie corporal.

Las cremas de SPF de 15 a 25 se consideran de protección media, aquellas de SPF entre 30 y 50 protección alta y las de factor 50 o 50+ son de protección muy alta. Sin embargo, es preciso puntualizar que las cremas solares nunca protegen al 100%, así, aunque la piel no se queme siempre sufrirá algo.

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Cuando vayamos a comprar crema será conveniente fijarse en el etiquetado y los ingredientes que llevan, ya que algunos pueden ser perjudiciales para la salud o el medioambiente. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) elaboró un análisis de aquellos ingredientes de las cremas solares sospechosos de ser dañinos. Entre ellos destacan algunos conservantes o fragancias como el propylparaben, butylparaben o butylphenyl methylpropional. Precisamente para descifrar el contenido de los cosméticos y encontrar aquellos que son perjudiciales existen aplicaciones como INCI Beauty que ayudan a analizar los productos de cosmética escaneando su código de barras.

Otra duda habitual relacionada con las cremas solares es si mantienen su efectividad de un año para otro. Siempre debemos respetar la fecha de caducidad del bote, desechándolo una vez que ésta venza. Sin embargo, ¿qué sucede con una crema abierta? Según la OCU, las cremas solares “mantienen perfectamente su textura y su protección solar transcurridos 12 meses, incluso habiéndolas usado antes”. Alcanzaron esta conclusión tras analizar varias cremas en un laboratorio sometiéndolas a las condiciones precisas. Así pues, si la crema se ha conservado correctamente (protegiéndola del sol, conservándola en un lugar seco y fresco y con temperaturas estables de alrededor de 22º) y la fecha de caducidad de la misma no ha vencido, puede usarse sin problemas de un año para otro.

A la hora de elegir crema es imprescindible encontrar una afín a nuestra piel, para evitar que usarla se convierta en un suplicio y así no perder la costumbre de aplicárnosla siempre que sea necesario. Ante cualquier duda a la hora de elegir qué crema utilizar o cómo hacerlo lo mejor es siempre consultar a un experto, bien sea en la farmacia o directamente a un dermatólogo.