Eduardo Cantón
Ansiedad, estrés, agobio, nerviosismo, tensión, preocupación… lo llamemos como lo llamemos, nadie se libra del estrés o ansiedad. El estrés es una experiencia emocional negativa acompañada de cambios tanto en nuestro cuerpo como en nuestros pensamientos y conductas. ¿Por qué pasa? Porque algo -un estresor- nos despierta esa respuesta: un ruido, una situación, un pensamiento, una tarea pendiente…
Aunque afortunadamente cada vez menos, sigue habiendo quien se piensa que no tiene ansiedad, que es un problema ajeno, que es algo de gente con diagnóstico de algún trastorno, pero que no pasa en gente sana. Y no es verdad. La ansiedad es una reacción fisiológica que, por diversos motivos, algunas personas sufren como una enfermedad, y no sólo como una respuesta normal del cuerpo.
Solemos diferenciar una ansiedad “normal”, en respuesta a estresores habituales que nos permiten responder mejor ante ellos, y una ansiedad “patológica”, cuando la ansiedad no es adaptativa, cuando nos dificulta la vida en lugar de ayudarnos a responder mejor ante ella, a superar los problemas.
Existen muchos factores que determinan si la ansiedad es “normal” o es un problema, pero en ciertas situaciones ese límite es difícil de establecer. Es más, podemos estar ante algo que nos estresa y, aunque normalmente respondamos bien a ese estrés, en algunas ocasiones nos puede bloquear.
Cuando nos sintamos bloqueados por una situación, tenemos que intentar no dejarnos dominar por la misma. Es importante centrar nuestra atención en tareas que requieran de nuestra concentración, o que nos relajen. No hay una fórmula magistral para todo el mundo, y quien te la dé miente. Es cierto que las técnicas de relajación pueden ayudar a mantener o recuperar la calma -control de la respiración, relajación muscular progresiva-, pero puede que en tu caso una conversación con alguien de confianza o el deporte te ayuden mucho más.
Sea como sea, es recomendable aprender qué actividades nos ayudan a reducir la ansiedad de una forma sana y efectiva. Es importante no centrar toda nuestra atención en un problema cuando este nos genera ansiedad; es importante no pensar en los problemas como un todo inasumible, sino desgranarlo para ir poco a poco; es importante buscar ayuda en tus personas cercanas cuando sientas que tienes ansiedad. En cualquier caso, busca ayuda profesional si sientes que lo necesitas. Pregunta por el servicio de psicología de tu trabajo, de tu instituto o universidad, pregunta a tu médico. No pasa nada por buscar solución a los problemas, el problema es ocultarlos y hacer como que no existen.
Si bien es cierto que la sociedad está cada vez más concienciada sobre qué es la salud mental y la necesidad de cuidarla, aún queda mucho por hacer. La pandemia ha acentuado la precariedad de un sistema sanitario con grandes fallos en este sentido, huérfano, además, de medidas eficaces por parte del gobierno y las instituciones. De nada sirve un diputado poniendo en valor el cuidado de la salud mental, cuando la realidad de nuestro sistema sanitario es recibir -si tienes suerte- una cita con el psicólogo cada tres meses.