He leído su obra Sostiene Pereira con los ojos y las reflexiones e inquietudes de una estudiante de periodismo, por lo que la carta que le escribo me temo que va a estar tremendamente condicionada por ello.
Encuentro ciertas similitudes entre la prensa actual española y la que refleja en esta novela —salvando las distancias con la represión que sufrían tanto los medios como los portugueses en aquella época—.
Hoy en día en las escuelas de periodismo se recuerda que gozamos de un acceso privilegiado a la información en comparación a décadas pasadas. La información fluye alrededor del globo en cuestión de segundos. Esto tiene muchas ventajas notorias y evidentes. Sin embargo, uno de los principales problemas que se derivan de este intercambio informacional es la “sobreinformación” o “saturación informativa”. Estos dos conceptos hacen referencia a que la abundancia de datos que diariamente recibimos resulta imposible de procesar, pudiendo retener una parte insignificante de toda la información. Esto ha sido estudiado por muchos investigadores en materia de comunicación y psicología, llegando a la conclusión de que en casos extremos esta “sobreinformación” puede llegar a tener un efecto similar a la ausencia de información. Por ello, los periódicos y periodistas realizan una criba constante. En ocasiones, esta selección de noticias de los diarios es interesada; se escogen las informaciones que más convienen o son más afines a la línea editorial, ignorando aquellas que podrían ir en contra de los intereses del periódico.
Actualmente los agentes inversores de los medios pueden influir en esta criba, puesto que aunque no van a ejercer de censores, los directores son conscientes de qué informaciones les interesa omitir. Esta “presión” que pueden llegar a sufrir los diarios actuales se puede asemejar a la presión directa e indirecta que ejercía el régimen salazarista sobre los medios.
Por otro lado, Pereira resalta en algunas ocasiones las noticias que se publican en el Lisboa. Al comienzo de la novela, cuando Pereira está sentado en un restaurante, el camarero le trae su periódico, que cubre en primera página la siguiente noticia: “Hoy ha salido de Nueva York el yate más lujoso del mundo”. Las noticias de este diario en muchas ocasiones versan sobre temas banales. Este es otro reflejo de la actualidad presente en la obra, pues esto ocurre hoy en día sobre todo en televisión. El sensacionalismo parece ganar cada vez más minutos de los informativos televisivos. Diversos estudios han demostrado que los informativos de Antena 3 y Telecinco son los que más informaciones sensacionalistas muestran. A la vez, estas cadenas parecen ser las favoritas, ya que gozan de una gran cuota de pantalla durante el mediodía.

Esta inclinación por noticias sensacionalistas en muchas ocasiones llena la agenda mediática, dejando fuera informaciones que deberían cubrirse. Por otro lado, noticias que son consideradas relevantes por la ciudadanía son ignoradas por los medios. Es el caso de algunas agresiones homófobas, racistas, misóginas… Como se refleja en Sostiene Pereira, el medio que tenía el pueblo de mantenerse informado y de conocer las noticias que los periódicos no cubrían —pero ellos consideraban importantes— son las charlas en los cafés. Esto hoy en día ha pasado a ser el papel de las redes sociales. Instagram, Twitter o Facebook recogen —entre otras muchas cosas— las preocupaciones de sus usuarios. Un suceso que no ha sido cubierto por los medios de comunicación tradicionales puede hacerse eco a través de las redes sociales. De esta manera, los usuarios se informan unos a otros, ignorando los criterios que siguen los periodistas para determinar si una noticia es relevante.
Con esto termino las comparaciones que quería hacer sobre la prensa actual y la que describe en su novela. Además, quería resaltar que esta novela no sólo es contemporánea en cuanto al reflejo de los medios de comunicación, sino que también tiene la capacidad de invitar a reflexionar al lector —algo que considero muy valioso en una novela—. Con esto termino mi carta, ha sido un placer leerle.