Depresión posparto: culpabilidad, silencio social y tabú

Laura Carrascosa, Irene Mira, Nerea Eguiguren, Alejandra Mateo

“Todo el mundo piensa que ser madre es algo normal y llevadero. Pero todo lo contrario, se trata de un proceso que asimilar”. Este es el testimonio de Aisha Odalis, madre primeriza que padeció depresión posparto con 17 años. Y es que, como Aisha comenta, quedarse embarazada y tener un bebé trae consigo una serie de importantes cambios a todos los niveles.

Cuando una mujer se queda embarazada, su cuerpo se convierte en una especie de “bomba de hormonas” provocando y desencadenando una mezcla de fuertes emociones, desde el entusiasmo y la alegría hasta el miedo y la ansiedad. Sin embargo, cuando esta situación se prolonga en el tiempo, puede derivar en algo que podría no esperarse: la depresión.

Carmen Zarco, matrona en el hospital Sant Joan de Déu en Martorell (Barcelona), insiste en que es muy importante saber diferenciar entre los cambios de humor que son propios y normales del embarazo y la depresión posparto: “Después del parto la disminución que hay a nivel hormonal por parte de la madre puede provocar grandes cambios y le puede llevar a tener una situación de tristeza e irritabilidad. Sin embargo, esta situación no debe durar más de dos semanas”. Por ello, si este estado se alarga en el tiempo y presenta síntomas más graves nos encontramos ante un diagnóstico diferente.

¿Qué es la depresión posparto?

La depresión posparto o trastorno depresivo durante el periodo perinatal, es un trastorno del estado de ánimo que puede afectar a las mujeres durante el embarazo y después del parto. La palabra «perinatal» se refiere al tiempo antes y después del nacimiento de un bebé. Las madres con depresión posparto experimentan sentimientos de extrema tristeza, ansiedad y fatiga que pueden dificultar que realicen sus tareas diarias, incluidos el autocuidado o el cuidado de los demás.

Además, esta dolencia está considerada como la enfermedad puerperal más importante. Un 35,14% de mujeres confiesan haber tenido este trastorno, según afirma el estudio llevado a cabo por la firma de puericultura Suavinex.

La matrona Carmen Zarco hace especial hincapié en que es también muy importante informar a las madres del periodo de tristeza posparto, conocido como baby blues. Este término se usa para describir cambios leves en el estado de ánimo, así como sentimientos de preocupación, infelicidad y agotamiento que muchas mujeres pueden experimentar durante las primeras semanas después de dar a luz. Los bebés recién nacidos requieren atención las 24 horas, por lo que es normal que las madres se sientan cansadas e incluso abrumadas a veces. Si los cambios en el estado de ánimo y los sentimientos de ansiedad o infelicidad son muy fuertes, o si duran más de dos semanas, es posible que la mujer tenga entonces depresión posparto. De hecho, un especialista diagnostica esta enfermedad cuando los síntomas del periodo de tristeza posparto se alargan en el tiempo (a partir de las 4-6 semanas después del parto) y se desarrollan otros más graves como pueden ser la pérdida del placer o del apetito, insomnio, ideas suicidas, etc.

Debido a sus consecuencias, esta enfermedad genera un problema para la madre y el cuidado de su hijo o hija. Por ello, es muy importante detectarla a tiempo.

Tabú y culpabilidad en la mujer

La salud mental siempre ha estado invisibilizada. Nunca se le ha dado el foco que necesitaba y ha perdido sistemáticamente la guerra contra la salud física. Así sucede también con la depresión posparto, el problema mental en el que se centra este reportaje. Las diferentes consejerías de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Cataluña, Andalucía y Castilla-La Mancha afirman no poseer cifras de cuántas mujeres sufren al año depresión posparto. 

Los únicos datos disponibles son los que ofrece el Instituto Nacional de Estadística. Dicha entidad posee una encuesta en la que se valoran las enfermedades relacionadas con el ámbito hospitalario, creando en el año 2020 un código específico para la depresión posparto. Dicha estadística recoge altas con un ingreso de una estancia mínima de un día, por tanto, no estarían incluidos los casos de atención primaria o especializada sin ingreso hospitalario. En el año 2019 fueron diagnosticadas solo 22 mujeres comprendidas entre los 23 y 42 años.

Tabú y culpabilidad en la mujer 

Ser madre implica encargarse continuamente de una criatura que no se puede valer por sí misma. No poder ejercer bien la labor que se presupone o considerar que no se es lo suficientemente buena para hacerse cargo de un bebé genera, habitualmente, culpabilidad en la mujer. Esta culpabilidad puede volverse incapacitante, pero también puede suponer un obstáculo a la hora de pedir ayuda a terceros.

En muchos casos de depresión posparto, esta culpabilidad acecha sobre las mujeres y retrasa el momento de pedir ayuda ante la incapacidad de mantener la situación durante un largo periodo de tiempo. Erica Medina Serdan, terapeuta especialista en Depresión Posparto, Psicóloga Perinatal y de Acompañamiento en la Maternidad, apunta a que en este tipo de depresiones la culpabilidad en la mujer está mucho más presente: “En este caso, a diferencia de otras depresiones, la mujer siente mucha culpabilidad, vergüenza, miedo de que le quiten a los bebés o prejuicios de familiares, amigos, la sociedad lo que puede desembocar en que la mujer no busque ayuda o no cuente lo que le está sucediendo”. Y precisamente, un retraso en el diagnóstico de la depresión posparto puede generar, como en muchas otras enfermedades, un empeoramiento de la misma.

Directamente relacionado con la culpabilidad de la mujer está el silencio social y mediático que rodea a este tipo de depresión. Lo que no se habla no se conoce, y el desconocimiento de este trastorno es alarmante. Según un estudio elaborado por Suavinex en 2017, alrededor del 40% de mujeres que aún no han sido madres no saben lo que es la depresión posparto y un 35% de madres lo descubrieron después de su embarazo. Erica Medina afirma que al ser un tema poco hablado lo más habitual es que la mujer “no hable de ello” o “lo viva con culpa y vergüenza”, incluso ambas cosas a la vez. Estas circunstancias pueden desembocar en un mal o en un tratamiento tardío que puede tener efectos en futuros embarazos: “Si se tienen embarazos después es posible que se desarrollen depresiones empeoradas por no haberse tratado. Sin embargo, si se tratan suelen ser más leves e incluso no haber”.

Causas y consecuencias psicológicas

Las profesionales de la salud coinciden en que resulta imposible atribuir una causa única y concreta al origen de este trastorno perinatal. Así, Erica Medina explica que “como en cualquier enfermedad emocional las causas son multifactoriales, depende de diferentes circunstancias presentes en la vida de la mujer que la hacen más vulnerable o propensa” aunque admite que factores de riesgo tales como previas depresiones, haber sufrido abuso físico o sexual, abandono por parte de su pareja o un embarazo no deseado suelen vincularse a una mayor probabilidad de desarrollar depresión posparto. En referencia a este último caso, la matrona María Dolores de Mendoza puntualiza que “el embarazo no deseado produce angustia en muchos casos, especialmente por tener que afrontar el rechazo social, laboral y muchas veces, familiar”. Tanto un embarazo de estas características como un aborto voluntario constituyen en muchos casos el caldo de cultivo idóneo para que la mujer sufra depresión y sentido de culpabilidad. Cuando se aborda el sentir de aquellas mujeres que padecen depresión posparto es preciso hablar necesariamente del problema de la soledad. De Mendoza afirma que una de las grandes dificultades a las que se enfrenta una madre que tiene que cuidar de su bebé mientras sufre de este trastorno es “sentimiento de soledad ante un problema que las supera, por eso es conveniente que recién ‘parida’, tenga apoyo familiar y comprensión”. 

Resulta, también, esencial tomar en consideración el entorno, tanto social como económico, que envuelve a la madre que ha dado a luz para tomar conciencia del alcance que puede tener la depresión posparto en ellas. Habitualmente, en aquellos casos en los que no existe estabilidad familiar y / o entran en juego dificultades económicas, la mujer puede llegar a desarrollar una depresión mucho más severa. La matrona Carmen Zarco arroja algo de luz sobre el peso que ejercen en las madres las variables socioeconómicas y señala que “si no tengo dinero y no tengo casa lo tendré más difícil para poder salvarme de una depresión posparto, a nivel familia si no tengo un apoyo familiar, si no tengo una buena relación con mi madre, si no tengo una buena relación con mi pareja…”. Por su parte, De Mendoza precisa que también es frecuente que las mujeres que no han padecido dificultades materiales, “ están mimadas y esperan seguir siendo el centro” son las que exigen cuidados para sí mismas y desarrollan más fácilmente la depresión.

Ante esta situación, que conduce a miles de mujeres a una posición de especial vulnerabilidad, las consecuencias son múltiples; tanto para su salud física y mental como para los cuidados del recién nacido. La culpabilidad, el aislamiento, la sensación de vergüenza y miedo de que se les quite a su bebé suelen ser constantes en la situación normal de una mujer que ha vivido este trastorno y pueden desembocar en que “ la mujer no busque ayuda, no cuente lo que le está sucediendo o directamente critique los tratamientos”, afirma Medina Serdan, aunque la terapeuta puntualiza que “los antidepresivos son compatibles tanto con el embarazo como con la lactancia”. De Mendoza pone el foco en la falta de recursos para atender a los cuidados del recién nacido, lo cual deriva en efectos realmente preocupantes tanto para ella como para su criatura: “para la madre, la depresión implica desorientación, incapacidad para gestionar el tiempo pero también descuido en el aseo personal y de la casa, mientras que para el bebé esto se traduce en desorden en la alimentación y aseo, lo que lleva al bebé a estar inquieto y desorientado”. Del mismo modo, Zarco pone sobre la mesa la cuestión de la crianza y los cuidados en el desarrollo cognitivo y emocional del bebé  ya que “una depresión posparto que no se trata debidamente puede desencadenar en un problema en la crianza, que a la vez aumenta las probabilidades de que las criaturas se vuelvan más ansiosas, miedosas o incluso recelosas”.

Depresión posparto en madres adolescentes

Cuando se trata de aquellas mujeres que se quedan embarazadas durante su adolescencia, la mayor parte de ellas de manera no planeada, el estado de vulnerabilidad que sufren llega a ser todavía más acusado que en aquellas que ya son madres adultas. De Mendoza atribuye la soledad y el abandono habitual de la pareja como los mayores detonantes de la depresión posparto en madres adolescentes, Medina, por su parte, reafirma esta idea y  pone el acento en la no planificación de gran parte de los embarazos de jóvenes : “pueden cambiar muchas cosas tanto física, emocional y socialmente. Si tenías proyectos de estudiar o trabajar o no se tiene una pareja estable o se sufre abandono será un cambio muy importante”. La terapeuta añade que “si tomamos en cuenta además que la transición a la maternidad es muy vulnerable, no contar con apoyo o no haber trabajado sobre estas situaciones futuras son agravantes”. El factor edad junto a otros muy relevantes como las dificultades económicas y prácticas o la falta de apoyo familiar juegan en contra de la madre a la hora de abrazar la maternidad y enfrentarse a la crianza de su criatura.

Tratamiento

El tratamiento ideal para la depresión posparto es la prevención, es decir, evitar que se produzca. La manera esencial de evitarla es atajar los factores de riesgo antes del embarazo o durante este, teniendo siempre en cuenta que la vulnerabilidad de la mujer aumenta en estas etapas. “Si la mujer piensa quedarse embarazada y tiene un problema previo no resuelto, sería importante trabajar emocionalmente sobre él o antes de quedarse embarazada o durante. Por ejemplo: un duelo, un divorcio, una pérdida perinatal, un abandono…”, afirma Erica Medina.

Las matronas son, en muchas ocasiones, las primeras en advertir los problemas de las futuras madres. “Somos una puerta de entrada para recibir a la mujer y poder detectar este tipo de enfermedad porque al final hacemos un control durante nueve meses de la gestación y tenemos mucha confianza”, afirma Carmen Zarco. “Entonces ya seríamos nosotras las que derivamos a atención primaria, psiquiatría o psicología para hacer un seguimiento”.

Si la enfermedad llega a desarrollarse, el tratamiento varía según los síntomas que aparecen: leves, moderados o graves. Habitualmente es un terapeuta o psicólogo el que se encarga de estos casos, sin embargo, cuando los casos son muy graves y aparecen amenazas de suicidio se deriva automáticamente a un psiquiatra.

En esta línea, Erica Medina advierte que con sintomatología leve es suficiente recurrir a un acompañamiento emocional: terapias breves con objetivos específicos. Continúa: “Para síntomas leves también se pueden recomendar tratamientos alternativos como homeopatía, acupuntura, flores de bach, meditar, hacer yoga o cualquier herramienta que la mujer haya usado previamente como escribir o tomar un baño, tener tiempo libre, ver pelis o series…”. Es importante también marcar las diferencias entre las depresiones posparto leves y el baby blues, también conocido como tristeza posparto.

 En el caso de tener síntomas moderados o graves que incluyen: ataques de pánico, ansiedad o insomnio crónico, paralización en la realización de actividades cotidianas, mala calidad de vida, pensamientos de muerte y suicidas o planes y herramientas como morir será necesario, además del acompañamiento emocional, la deriva a un psiquiatra. Este es el único profesional que puede decidir qué medicación darle.

Los medicamentos más comunes son antidepresivos y ansiolíticos. “Los ansiolíticos durante un breve periodo de tiempo, los antidepresivos se suelen mantener entre seis meses y un año mínimo. Después, cuando la mujer se empieza a estabilizar, se van retirando poco a poco”, comenta Erica Medina. 

Un temor habitual cuando se detecta una depresión posparto es que el tratamiento que se deba seguir sea incompatible con la lactancia. Los especialistas subrayan que hay muchos medicamentos que se pueden suministrar estando embarazadas o dando el pecho a los bebés. A la hora de seleccionar los tratamientos será importante valorar los beneficios que reporten a la madre, así como los riesgos para madre y bebé. También es importante asegurar que la progenitora desee dar de mamar a su hijo o no. Y en los casos en que la lactancia sea incompatible con el tratamiento, “deberá hacerse una despedida [de la lactancia] de forma respetuosa para la mujer y el bebé”, asegura Erica Medina. 

Iniciativas y alternativas

En España existen varias iniciativas institucionales y de entidades privadas que buscan promover la ayuda a madres embarazadas y sus bebés. Algunos ejemplos son los siguientes: 

  1. El Hospital Clínic de Barcelona dispone de un nuevo Hospital de Día Madre-Bebé para madres con trastornos mentales que acaban de tener un hijo. Es un centro pionero en España y ha sido impulsado por el Departament de Salut. Se encuentra en el recinto de la Maternidad y forma parte de la nueva Unidad de Salud Mental Perinatal del Clínic, coordinada por la Dra. Lluïsa García-Esteve, que desde el año 2000 dispone de un programa específico de psiquiatría y psicología perinatal.

La Unidad de Salud Mental Perinatal dispone de profesionales de psiquiatría, psicología de adultos e infantil, trabajo social y enfermería, siguiendo las directrices de las guías internacionales. 

Centrándonos en la actividad del Hospital de Día Madre-Bebé, se puede decir que es un recurso terapéutico, voluntario, que ofrece terapias intensivas y específicas durante el año siguiente al parto y que evita el efecto que tiene el hecho de separar a la madre del bebé y facilitar que la madre siga amamantando y cuidando del bebé de forma supervisada, acompañada y asistida.

Cuenta con diez plazas para madres y 10-12 bebés con una estancia aproximada de tres meses. Con el fin de atender al mayor número de madres y adecuar los horarios a las diferentes necesidades, la estancia puede ser parcial o completa, lo que amplía la oferta hasta 15-18 plazas. Se calcula que, anualmente, se podrá atender a 50-60 madres y sus bebés. Al año se atiende en torno a trescientas mujeres a lo largo del período perinatal.

El centro ofrece evaluación diagnóstica y atención tanto individualizada como grupal. Además cuenta con programas específicos para aquellas mujeres que sufran depresión posparto, bipolaridad y psicosis puerperal, así como otras patologías mentales. De manera conjunta con la madre se valoran los riesgos y beneficios de diferentes opciones terapéuticas, incluyendo los tratamientos psicofarmacológicos compatibles con la lactancia materna. 

  1. El Hospital Materno-Infantil del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid cuenta con un programa de Salud Mental Perinatal. Entre los objetivos se centran en la prevención, detección e intervención precoz cuando hay un caso psicopatológico o presencia de psicopatología materna y/o paterna. O cuando hay dificultades en la planificación, gestación, parto y puerperio.

Los equipos encargados son Psiquiatría de Interconsulta infantil y Psiquiatría de Interconsulta de adultos. La atención se hace en horario de lunes a viernes. Para poder recibir ayuda de este programa se debe solicitar mediante una derivación sanitaria. Además, ofrece un apoyo y un seguimiento individualizado psiquiátrico y/o psicológico a estos padres durante el ingreso y si es precioso a nivel ambulatorio. También se puede hacer una terapia a nivel individual o grupal según las necesidades de cada paciente. Por otra parte, dentro de este programa específico también tratan el duelo perinatal. 

  1. REDMADRE es una Fundación creada en el año 2007 con el fin de crear una lugar de apoyo, asesoramiento y ayuda a la mujer para superar cualquier conflicto surgido ante un embarazo imprevisto. Constituye por toda España una red de voluntarios formados para la atención directa a mujeres embarazadas con dificultades y de entidades que trabajan en apoyo a la maternidad.

Entre sus objetivos está transmitir a la mujer y a la sociedad entera que estar embarazada es una buena noticia. En la Fundación REDMADRE han atendido desde 2007 a más de 80.000 mujeres y más del 90% de las que estaban pensando en abortar han decidido continuar con su embarazo. 

  1. La fundación Madrina nace en el año 2000 ante una necesidad social, ya que se detectaba que el 95% de los jóvenes en España vivían en una situación de riesgo social. Como consecuencia podían sufrir la pérdida de empleo, el abandono de la pareja o la familia, la pérdida del hogar, o el abandono y la pérdida de la guarda de los hijos. Se definen como “una entidad de carácter benéfico asistencial declarada de ‘utilidad pública‘”. Específicamente se dedican a aquellas personas que sufren exclusión o marginalidad en el ámbito de la infancia, mujer y maternidad. Forman parte del programa de apoyo de la Comunidad de Madrid, SAMUR y 012; también  apoyan iniciativas europeas dedicadas a la mujer, la infancia y la juventud, colaboran con asociaciones de Naciones Unidas y forman  parte de la Asociación Española de Fundaciones.

Su misión es ayudar a la mujer embarazada con hijos menores de tres años, en situación de riesgo, abandono o violencia con un programa de atención personalizada con una duración mínima de 18 meses. A esto le han puesto el nombre de “Programa Madre”. Su función es el acompañamiento, la acogida y la formación de las embarazadas, madres y padres. Dentro de sus objetivos quieren ser un centro de referencia y excelencia en el apoyo integral a embarazadas y familias con hijos de hasta 18 meses en dificultad. Además, pretenden conformar una red de apoyo “madrina” en la que su función principal sea el acompañamiento y acogida a madres y a sus hijos durante todo su itinerario para poder integrarles socialmente y en el mercado laboral.