Ya está entrando el verano y el calor en nuestras vidas, el buen tiempo nos invita a pasar más tiempo fuera de casa, vestir ropa corta, y exponernos más a la luz del sol. Sin embargo, como ya sabemos, estar mucho tiempo “tomando el sol” puede ser dañino y perjudicial para nosotros si no tomamos las medidas adecuadas. Y hoy, 13 de junio, Día Europeo de la Prevención del Cáncer de Piel, vamos a hablar de lo importante que es cuidar nuestra piel.
Nuestra piel, como cualquier otro tejido, está compuesta por innumerables células que están continuamente dividiéndose y renovándose en un proceso que se denomina mitosis. Pero este proceso de la mitosis puede tener fallos y producir células defectuosas que son detectadas y se eliminan… o quizá no. Puede darse la situación de una célula dañada, que no es eliminada, y está célula puede dividirse en nuevas que también son perjudiciales. Por lo tanto, una célula que ha mutado y que escapa de los sistemas de “vigilancia” puede seguir dividiéndose produciendo más células. Esta es la base de la producción de los cánceres.
Pero… ¿qué tiene que ver el sol en el cáncer de la piel? Bien, el sol emite radiación ultravioleta y esta radiación incide contra nuestra piel y sobre las células de la misma pudiendo provocar daños y mutaciones en el ADN de estas células, que de manera normal pueden repararse, pero que también puede que esa mutación pase desapercibida y la lesión celular evolucione hacia un cáncer de piel.
La piel tiene diferentes células. Por esta razón, dependiendo del tipo celular afectado, se puede desarrollar un cáncer u otro, pudiendo ser carcinoma basocelular (cáncer de las células que se encuentran en la base de la epidermis), carcinoma epidermoide (cáncer de un tipo de célula denominados queratinocitos) y el melanoma. Este último es un tipo de cáncer cuyo origen son los melanocitos, las células que dan el color a la piel.
De todos los cánceres diagnosticados, en el año 2019-2020 de cáncer de piel en España se detectaron 22.229 casos del tipo no melanoma, y de melanoma se diagnosticaron 5.489 casos.
No todos los cánceres de piel se desarrollan ni se manifiestan de la misma manera pero el signo más común son los cambios en la piel como por ejemplo, cambios en los lunares.

¿Pero cómo sabemos si el lunar que tengo en la piel es bueno o malo? Para eso existe la regla del ABCDE:
- A: asimetría. A la hora de inspeccionar esa mancha en la piel hay que verificar su forma. Y es que los lunares son redondos y simétricos mientras que los melanomas son asimétricos.
- B: borde. El borde de los lunares es regular a diferencia de los bordes irregulares o desiguales de los melanomas.
- C: color. Analiza el tono de color. Los lunares tienen un tono homogéneo y un color marrón pero los melanomas son de color negro, pardo, azul, rojizo.
- D: diámetro. Hay que verificar si mide más de 6 milímetros de diámetro. Es benigno si es menor de 6mm o maligno si es mayor de esta medida.
- E: evolución. Debemos estar pendientes de cómo va cambiando de tamaño o forma.
No hace falta estar constantemente revisando todos nuestros lunares pero sí que se debe prestar cierta atención, y si en algún momento detectamos una mancha que nunca tenías o bien ha cambiado de aspecto, no dudes en consultar con tu médico de atención primaria.
Con todo esto en cuenta podemos aplicar medidas de prevención para evitar el desarrollo de un cáncer de piel. Como ya hemos dicho es la radiación ultravioleta proveniente del sol la que produce el daño celular. Por lo que reducir el tiempo de exposición al sol y protegerse la piel usando sombreros, gorras, gafas de sol homologadas y aplicarse crema de protección solar con un factor de protección solar adecuado y de manera regular es una manera de protegerse y reducir el riesgo de desarrollar cáncer de piel.
