Londres, pinceladas verdes y grises

Londres, capital de estado y (de manera, ahora, algo más controvertida, capital europea) es conocida de sobra. Sin embargo, cada paseo por sus calles esconde algo nuevo. En los rincones de la ciudad se encuentran desde sus buses rojos hasta sus cabinas de teléfono, pero también personas con vidas agitadas que caminan, sin prisa pero sin pausa por largas calles. 

Europa se configura (al menos en un principio) alrededor de los ríos de las ciudades. Después, de manera artificial, se crearon las grandes catedrales de las ciudades más importantes. Así, pasear por muchas de estas urbes es sencillo: guiarse por el río o por sus iglesias. Y Londres no iba a ser menos: Sant Paul y el Támesis crean una dupla difícil de superar en muchos casos. Sin embargo, no son los símbolos de la ciudad. El Big Ben y el London Eye se han vuelto de lo más significativo de esta ciudad, de la mano de otros atractivos como el Buckingham Palace y el British Museum. 

Pero no será suficiente eso para conocer la ciudad. Se necesitan más de siete días para poder decir que se es algo conocedor de esta tan conocida pero enigmática ciudad. Por ejemplo, aquellos más fans no se podrán ir de la urbe sin conocer el andén 9 y ¾. Otros, también curiosos, caminarán en busca de los rincones por los que Sherlock Holmes hubiese pasado, por los que Shakespeare hubiese enamorado y desenamorado a trágicos amantes o por los que Dickens se hubiese ambientado. Ahora, también hay hueco para buscar pequeños pubs en los que ver actuaciones de drag queens famosas -y cada vez más- a nivel mundial o simplemente lugares para tomar algo. 

Para aquellos que, sin embargo, vayan con menos expectativa, les quedará mucho por conocer. Los distintos barrios que construyen la ciudad la crean variopinta, confusa a veces y llena de verde. Pasear por los parques de Londres puede ser agotador (y aterrador si te asustan algunos animales). Tan rápido te puedes cruzar a ardillas como a diversas aves, ocas y patos de razas que solo los ornitólogos podrían catalogar. Todo esto se puede ver en el interior del muy conocido Hyde Park, en el cual las horas pasan rápido entre sus más de 4000 árboles. Otros parques que dejan perplejo a cualquiera que piense que en Londres solo hay edificios son Regent’s Park, Richmond Park, St James’s Park … El verde se mezcla con el resto del ambiente y ayuda a conformar la paleta de colores de la ciudad. 

En cuanto a sus barrios, Londres ha querido ser un todo a la vez. Como gran ciudad, el intercambio cultural se hace evidente y ello se transforma en una riqueza a nivel arquitectónico y social que se puede apreciar a simple vista paseando. La conocida ciudad italiana de Venecia bautiza a la “Little Venice” londinense. Este es un distrito en el oeste de la ciudad, y aprovecha los caminos de agua que crea la unión de Paddington Arm del Grand Union Canal, el Regent’s Canal y la entrada a Paddington Basin para formar, como su nombre indica, una miniatura de la ciudad de Venecia que aporta cierta calma al corazón de la ciudad. Para encontrar justo lo contrario es suficiente con moverse en metro desde Warwick Avenue (Little Venice) hasta Piccadilly Circus (entre muchas otras) y llegar así al Soho. En él, además de unas calles infinitas donde mirar escaparates sin parar, la energía no cesa ni de día ni de noche. Se ha vuelto toda una atracción turística pasear por las calles de ese barrio al que los y las londinenses denominan como “West End” ya que está lleno de luces, colores y fiesta a todas horas. No es difícil sentir que ya conocías el barrio pues ha sido escenario de muchos filmes a lo largo de la década de los 70, por lo que sus calles y recovecos pueden resultar realmente familiares. Por otra parte, y como no podía ser de otro modo, la ciudad cuenta con un pequeño “China town” en el que los restaurantes de comida típica no solo de China, sino más bien asiática, están a la orden del día. Sin embargo, son muchas las zonas por las que perderse y encontrar así grandes lugares desconocidos. Covent Garden es un imprescindible así como el archiconocido Camden Town y los sábados siempre queda un hueco para ir a ver el precioso barrio de Notting Hill aprovechando su mercado. 

Es difícil salir de esa ciudad sabiendo dónde estás, recordando cada paso que se ha dado a lo largo de la travesía y conociendo todo aquello que uno o una se había propuesto. Por ello, lo mejor es tener siempre en mente volver a esa ciudad, conocer un poco más cada vez hasta entender no solo las calles más emblemáticas y así parecer un auténtico londinense.