Cuando pensamos en esclavitud, nos solemos imaginar a personas racializadas trabajando de sol a sol en condiciones deplorables en algún lugar lejano. Podemos incluso llegar a pensar que esta práctica es casi una cosa del pasado. Sin embargo, en pleno siglo XXI, aún vemos ejemplos de esclavitud -y más cerca de lo que nos imaginamos-.
“Entre 2016 y 2021 50 millones de personas eran víctimas de esclavitud moderna.” Estas son las estimaciones que ha publicado recientemente la OIT (Organización Internacional del Trabajo), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la ONG Walk Free en su informe Estimaciones mundiales sobre la esclavitud moderna. La cifra indica que durante este periodo de tiempo, una de cada 150 personas en el mundo se encontraba sometida a esclavitud.
La esclavitud moderna, según describen en el informe, es el medidor que se emplea para medir la esclavitud a día de hoy. Esta incluye “dos componentes principales”: el trabajo forzoso y el matrimonio forzoso. Ambas son situaciones en las que la persona que las sufre ve imposible negarse o abandonar -ya sea por “amenazas, violencia, coacción, engaño o abuso de poder”-. Por otro lado, la OIT define el “trabajo forzoso” como «todo trabajo o servicio exigido a una persona bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicha persona no se ofrece voluntariamente». Ambas situaciones suelen ser bastante duraderas: el trabajo forzoso puede mantenerse a lo largo de años y el matrimonio forzoso puede ser para toda la vida.
De estas 50 millones de personas víctimas de la esclavitud moderna, 27,6 millones realizaron trabajos forzados y 22 millones estaban atrapadas en matrimonios forzados. Esto se traduce en que casi 3,5 personas por cada mil se encontraban en situación de trabajo forzoso y en que 2,8 por cada mil personas eran víctimas de matrimonio forzoso.
Además, el número de víctimas ha crecido considerablemente en los últimos años. Entre 2021 y 2016, han aumentado en 10 millones el número de personas sometidas a esclavitud moderna.

Más cerca de lo que pensamos
Y aunque nos pueda parecer algo lejano, más de la mitad (52%) de los trabajos forzados y una cuarta parte de los matrimonios forzados se dieron en países de renta media-alta o alta.
El trabajo forzoso está presente en todas las regiones del mundo. Asia y el Pacífico reúnen más de la mitad del total mundial con 15,1 millones. Le siguen Europa y Asia Central con 4,1 millones, África con 3,8 millones, América con 3,6 millones y los Estados Árabes con 0,9 millones. Sin embargo, el podio cambia si los datos se expresan como proporción de la población. Atendiendo a esto, el trabajo forzoso es mayor en la región de los Estados Árabes (5,3 por cada mil personas), seguida de Europa y Asia Central (4,4 por cada mil), América y Asia y Pacífico (los dos con 3,5 por mil) y por último África (2,9 por cada mil).

Dejando a un lado la situación geográfica, el informe demuestra que los trabajadores migrantes tienen muchas más probabilidades de encontrarse en esta situación. De hecho, el estudio asegura que “la prevalencia del trabajo forzoso entre los trabajadores migrantes adultos es más de tres veces superior a la de los trabajadores adultos no migrantes”.
En el matrimonio forzoso hay una clara diferencia en cuanto al género, puesto que dos tercios de las personas que son obligadas a casarse son mujeres. Además, en la mayoría de los casos estas fueron obligadas por sus padres (el 73%) u otros familiares (el 16%). Esta modalidad de esclavitud moderna se da en todo el mundo. Casi dos tercios -unos 14,2 millones- de todos los matrimonios se dieron en la región de Asia y el Pacífico; en segundo lugar se encuentra África con 3,2 millones y por último Europa y Asia Central con 2,3 millones.
En definitiva, la pandemia, los conflictos armados o el cambio climático han generado grandes cambios en materia laboral, social, educativa… Esto se ha traducido en un aumento de la pobreza y de la migración forzada -aunque el informa también apunta que se han visto incrementadas la “inseguridad” y las “denuncias por violencia de género”-. Además, hay que recordar que las personas que más afectadas se ven por estas situaciones son las que ya viven en condiciones vulnerables. Esto ocurre también en el caso de la esclavitud moderna, que ha afectado en mayor medida a “los pobres y las víctimas de exclusión social, los trabajadores de la economía informal, los trabajadores migrantes irregulares o carentes de protección y las personas que son objeto de discriminación”.