La sombra de los tejados que nos negamos a ver: Las personas sin hogar

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Irene Mira y Selene Serrano

El problema que subyace ante la situación de las personas sin hogar no es más que lo que su propio nombre indica. Hay 37.207 personas en esa situación atendidas por Cáritas en España según sus propios datos en 2022. Esas 37.207 personas no tienen un techo bajo el que cobijarse. Se les priva así de su derecho no solo a una vivienda digna sino también al de la intimidad. Evidentemente, el no tener un hogar deja desamparadas a esas personas de muchas más acciones cotidianas. Por ejemplo, no tienen un lugar de aseo en el que tener unas condiciones de higiene básicas, ni calefacción en los duros meses de invierno a los que nos vamos a enfrentar. Ni un lugar en el que coger el sueño.

Estamos hablando de personas que están completamente fuera de los problemas habituales de los españoles. No les afecta la subida de la luz porque ni siquiera piensan en tener acceso a ella. Y es que salir de la situación de sinhogarismo es difícil y complejo. Entrar en él, sin embargo, no tanto. Además, algunas organizaciones apuntan a que hay muchas personas que no están incluidas en esas casi 40.000 personas. Es realmente complicado llevar un recuento de las personas sin hogar. Y, de hecho, los datos entre ayuntamientos continuamente difieren de la realidad. Por tanto, esto muestra que el problema afecta a muchas más personas de las que parece. Y, por otro lado, podríamos considerar (aunque de un modo distinto) también a las personas que tienen un hogar pero están en condiciones insalubres o inhabitables

La estigmatización de estas personas

Como en casi todo lo que afecta a lo social, muchas personas son reticentes ante esta realidad y las personas que la viven. Aunque es un problema visible y palpable, sobre todo para aquella gente que reside en las grandes ciudades, no es algo que esté presente en el debate político o entre la propia ciudadanía española. Esto, que parece algo surrealista teniendo en cuenta que absolutamente todo el mundo podría acabar en una situación similar, se traslada en una estigmatización de las personas sin hogar sin precedentes. 

Las causas de este problema son diversas y realmente múltiples. E, independientemente de ello, absolutamente nadie merece la invisibilización de los artículos de la Constitución:  

Artículo 47 — Derecho a la vivienda. Utilización del suelo

Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.

Teniendo en cuenta la defensa a ultranza que se hace por parte de la mayoría de los partidos políticos de la carta magna española, de nuevo se recae en una contradicción al, evidentemente, obviar este artículo. ¿Quién es responsable de que esto no se esté cumpliendo? ¿Qué tipo de responsabilidad jurídica hay sobre quién incumple la Constitución?

Causas 

Según la última encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2022, un total de 28.552 personas sin hogar son atendidas en centros asistenciales de alojamiento y restauración. Esto supone un aumento del 24,5% más en comparación con el año 2012. El 28,8% de ellas se quedó sin hogar por la necesidad de empezar de cero tras llegar desde otro país y el 26,8% porque perdió el trabajo. Mientras que el 59,6% restante de este colectivo presenta algún síntoma depresivo. Sin embargo, como apunta la Asociación Bokatas, “el sinhogarismo no tiene un perfil concreto. Las personas sin hogar son de distintas nacionalidades, edades, géneros, contextos y razas”.

La pobreza, el desempleo, trastornos mentales, consumo de drogas, traumas, violencia, violencia de género, problemas con el sistema de la justicia o una enfermedad grave repentina, son algunas de las causas principales de este problema. Sin embargo, como se ha mencionado, esta situación es multicausal. Una de estas situaciones puede desencadenar en otra o estar interrelacionadas.

Además, estas circunstancias no tienen porqué sernos lejanas. Tanto la pandemia como la crisis económica producida por el conflicto entre Rusia y Ucrania nos están haciendo ver las dificultades y los fallos que existen en el sistema. De hecho, el contexto de la pandemia ha sido especialmente duro para las personas sin hogar. Bokatas apunta que “mientras que nosotros y nosotras teníamos una casa en la que refugiarnos de esta enfermedad, las personas sin hogar estaban en la calle, justo la zona donde no era recomendable estar, sin poder salir de ahí”. Además, hay que tener en cuenta que hay más derechos constitucionales que se niegan sistemáticamente a este sector de la sociedad: “no han podido acceder a la misma información e incluso se les ha dejado a la cola de la vacunación”, añade la asociación. 

Según la última estadística del INE, el 50,1% tiene nacionalidad española y el 49,9% extranjera y además, el 93,3% de los españoles está empadronado en algún municipio, frente al 75,8% de los extranjeros.

No les afecta la subida de la luz porque ni siquiera piensan en tener acceso a ella.

Características sociodemográficas 

Muy relacionado con las causas se encuentran las características sociodemográficas de estas personas. Según los últimos datos del INE de 2022,  la mayor parte de las personas sin hogar son hombres, 76,7%, frente al 23,3% de mujeres. Aun así destacan que en estos últimos años, la proporción de mujeres que están en esta situación ha aumentado respecto al 19,7% del año 2012. 

En cuanto a la edad, el 51,1% de las personas sin hogar tiene menos de 45 años, frente al 43,3% que son personas de entre 45 y 64 años. Mientras los mayores de 64 años representan el 5,5%. Con estos datos, el INE establece que la edad media de estas personas se sitúa en torno a los 42,9 años. Bokatas apoya estos datos, sin embargo, también añaden que lo que ven en las rutas de la calle que realizan son «un perfil muy amplio que va desde los 20 pocos años a los 60 y tanto».

Una de las características importantes que se están teniendo en cuenta en los últimos años es el nivel educativo y la formación de estas personas. Por ello, en lo relativo a los estudios terminados, el 65,0% de la población sin hogar ha alcanzado un nivel de educación secundaria, el 23,8% de estudios primarios o inferiores y el 11,3% estudios superiores. Además, destacar que 12,4% de las mujeres tiene estudios universitarios, frente al 7,7% de los hombres.

Deshumanización 

Es necesario no mover el foco: las personas sin hogar son personas de pleno derecho y parece que en ocasiones se olvida. Aunque es una situación que se da en cualquier lugar, lo cierto es que es más común encontrarse con esta realidad en grandes ciudades. Parece que llega un momento en el que esta cruda realidad deja de sorprender. Normalizar una situación tan dura es llegar a extremos impensables, y pasa día tras día.  

Para la asociación, que cuenta con más de 400 voluntarios y voluntarias en Madrid, Valencia y Zaragoza, “la deshumanización hacia las personas sin hogar existe en todas partes, sea ciudad grande o no”. Su filosofía es «hacer visible lo invisible». Indican que este lema es “ porque las personas sin hogar se vuelven invisibles. No las miramos, ignoramos que existen para que nuestra vida sea más fácil o quizás para no pensar en ese problema. En muchos casos (más del 50%) son víctimas de delitos de odio únicamente por ser personas sin hogar”.