ITS, estigma y la necesidad de una educación sexual de calidad

Irene Mira

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son aquellas que se contraen mediante las relaciones sexuales, ya sean anales, vaginales u orales. Estas infecciones son causadas por bacterias, virus, hongos, parásitos o por protozoos. Una de las dificultades añadidas de estas patologías es su detección, ya que según el informe de Infecciones de transmisión sexual del Gobierno, en la mayoría de los casos no aparecen síntomas o son poco expresivos.

Según la web de madrid salud, en el año 2019 se empezó a detectar un incremento de estas dolencias. Hubo un aumento del 18% en sífilis, un 34% de clamidia y un 25% de gonococia. Sin embargo, este aumento se ha ido desarrollando desde el año 2000, según informa el doctor Francisco Bru Gorraiz, dermatólogo experto en ITS de Madrid Salud, a lo que añade que este incremento ha sido “más acentuado en los últimos cinco años”. 

Existen diferentes tipos de ITS con sus diferentes síntomas, en caso de que los presenten. En aquellas causadas por virus se incluyen la hepatitis B, el herpes, el VIH y el virus del papiloma humano (VPH). En cuanto a las causadas por bacterias encontramos la clamidia, la gonorrea y la sífilis

¿ITS o ETS?

El cambio de la nomenclatura de las ETS a ITS fue llevado a cabo desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 1998. El objetivo de esta variación se sustenta en que el término “enfermedad” era inapropiado para designar a aquellas infecciones que no presentan síntomas y por ende, pasan desapercibidas y pueden provocar consecuencias irreversibles.

El doctor Bru Gorraiz corrobora esta afirmación: “En algunos casos una persona puede estar infectada pero no tener síntomas, pero sí puede transmitir la infección”, y añade que en verdad la distinción es más a nivel “académico” por lo que en realidad “para el paciente no es mucha la diferencia”.  

Por otro lado, Alba y Bea, sexólogas y fundadoras de ¡A ClaSex!, añaden que “no todas las infecciones derivan en enfermedades”, por lo que además, inciden en que, desde la sexología actual “se está priorizando últimamente el término ‘Infecciones de Transmisión Genital’ (ITG), ya que se transmiten a través del contacto genital entre personas, durante la realización de prácticas de riesgo”. 

 “En algunos casos una persona puede estar infectada pero no tener síntomas, pero sí puede transmitir la infección”

El doctor Bru Gorraiz

Infecciones asintomáticas

El aumento de este tipo de infecciones en los últimos años se ha podido dar por distintas causas, las cuales, paralelamente son difíciles de identificar. Bru Gorraiz afirma que se ha visto una “disminución en la utilización de preservativo, el aumento del número de contactos sexuales, la utilización de páginas de contactos para encontrar compañeros sexuales y la disminución del temor al contagio de VIH”. 

Una constante en este tipo de patologías es el desconcierto y la incertidumbre que generan. A pesar de ello, muchas de estas infecciones tienen sus propios síntomas en caso de mostrarlos: “La sífilis y el herpes simple presentan ulceraciones en la zona genital. Las erupciones en la piel pueden ser una manifestación de sífilis y también de la sarna o escabiosis, las uretritis se caracterizan por escozor al orinar y supuración que aparece por la uretra. Las infecciones genitales femeninas se manifiestan por aumento del flujo vaginal y dolor abdominal. También pueden aparecer úlceras o lesiones en la zona genital y a veces en otras partes de la piel”, indica el dermatólogo Bru Gorraiz. Aun así insiste en que es fundamental tener presente que este tipo de infecciones “pueden ser asintomáticas en algunas fases de su evolución y por eso es importante que las personas en situación de riesgo realicen pruebas de cribado de manera periódica”.

En el texto Normas de manejo y tratamiento de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). Primera parte se hace referencia a que las manifestaciones clínicas de estas infecciones, en la mayoría de los casos, se dan en el área genital y las mucosas, pero en otros casos también tienen manifestaciones sistémicas. 

Otra de las cuestiones a tener presente es que en muchas ocasiones el hecho de padecer una ITS no evita que se pueda tener otra. De hecho el doctor Bru Gorraiz comenta a En el Vértice que esta situación “es frecuente en la práctica clínica en donde algunas personas sufren al mismo tiempo más de una infección de transmisión sexual”.

Tratamientos 

La forma de tratar este tipo de infecciones también varía y no es siempre la misma. Un elemento crucial para evitar llegar a esta situación es la realización de análisis de forma periódica dependiendo del tipo de vida sexual que lleve la persona. 

Aun así, cuando preguntamos al experto en ITS de Salud Madrid nos informa de los diferentes tratamientos: “si está producida por bacterias se tratan de manera eficaz con antibióticos. Las producidas por virus del papiloma humano se tratan normalmente con procedimientos locales y la hepatitis C actualmente puede ser tratada de forma eficaz”. 

También hace hincapié en la duración de estos tratamientos, ya que puede cambiar, podemos encontrar desde aquellos tratamientos de un solo día a otros que se prolonguen más en el tiempo. Esto también depende de la fase en la que se encuentre la infección. En cuanto a los efectos secundarios que estos medicamentos y tratamientos puedan tener en la población Gorraiz menciona que son “infrecuentes y similares a los que pueden aparecer con el tratamiento de otras infecciones”, por lo que no habría que tenerles “miedo”. 

Factor psicológico y estigma 

Miren Navarro, psicóloga y sexóloga, no duda en afirmar que existe un considerable estigma hacia las ITS y las personas que las sufren, a lo que añade que esto es debido a la “falta de una educación sexual de calidad”. Y es que de hecho, el impacto que pueden tener estas infecciones puede ser muy significativo en lo que a la salud mental de las personas que lo padecen se refiere. En algunas ocasiones se ha visto como se les impide el acceso a la atención médica necesaria, o como, en la época del VIH, el hecho de tener o no esta infección podía condicionar la vida laboral. Todas estas situaciones lo que acaban generando es un malestar y un aislamiento para aquellas personas que padecen estas situaciones, afectándoles de forma negativa a su salud mental. 

Para el dermatólogo Gorraiz este estigma lo que provoca es un “inconveniente importante que impide que estas infecciones se diagnostiquen y traten precozmente”. Para la sexóloga Navarro este estigma crea que “ muchas veces esas personas son marginadas o rechazadas”, afectando de forma directa a la salud mental. 

Para acabar con esta situación Navarro incide en una educación sexual de calidad, la cual se base en “el hecho sexual humano, que abarque, no solo la prevención de embarazos e infecciones, sino que abarque todos los aspectos de la sexualidad humana, entre ellos, la sexuación, la amatoria, la erótica…”. En relación a esto, tanto Bea como Alba añaden que es esencial “adoptar una mirada interseccional para analizar esta cuestión, es decir, no es sólo que las ITGs creen estigma, sino que si la persona portadora de esa ITG es una persona homosexual, migrante, en situación de prostitución, racializada, etc., el estigma es aún mayor”.

Cuando se habla de ITS, educación sexual o sexualidad, de forma casi inmediata se pone el foco en aquel grupo de personas que se denomina como más vulnerable: la gente joven. Y es que según indica Navarro esto no es casual, ya que se encuentran en “la fase más de experimentación del encuentro amatorio y sin una buena educación sexual pueden ser también más vulnerables”. Bru Gorraiz, por el contrario ofrece datos: “Todas las infecciones de transmisión sexual aparecen con más frecuencia por debajo de los 35 años. Las infecciones por clamidia y la infección gonocócica son incluso bastante frecuentes por debajo de los 25 años”. Aun así añade que “la población adulta también puede padecer infecciones de transmisión sexual si se involucran en situaciones de riesgo”. 

Para la sexóloga Navarro este estigma crea que “ muchas veces esas personas son marginadas o rechazadas”, afectando de forma directa a la salud mental.

Miren Navarro

Por todo ello, las especialistas contactadas ponen el foco en la importancia del conocimiento de este tipo de infecciones a través de una buena educación sexual y de calidad. “Un buen conocimiento de estas enfermedades por parte de la población mediante actividades adecuadas de educación para la salud dirigidas especialmente a adolescentes y jóvenes en el campo de la salud sexual y reproductiva”, menciona Gorraiz, a lo que Navarro añade que este tipo de actividades y enfoques ayudan a “conocerse para entenderse y comprenderse”. Mientras, Alba y Bea hacen hincapié en que “tener acceso al conocimiento de la sexualidad contribuye a mejorar la salud sexual y favorece una vivencia positiva, placentera y satisfactoria de la misma”.

Por último, la concienciación a nivel individual es también crucial. El experto en ITS incide en que “cuando a una persona se le diagnostica una infección de transmisión sexual es necesario que lo comunique a sus contactos sexuales para que estos puedan recibir un diagnóstico y tratamiento adecuado”.