Irene Mira y Selene Serrano
La política mundial es un constante vaivén y es realmente complicado seguirle el ritmo. De este modo, es muy fácil que los derechos conseguidos y luchados se vayan deteriorando. El informe que publica anualmente V-Dem es una luz de alerta que suena y suena a la espera de que se actúe: son muchos los países que izan sus velas hacia la autocracia.
Es la Universidad de Gotemburgo, Suecia, la que lleva año tras año la coordinación de esta clasificación mundial de calidad democrática. Este último informe, aunque es positivo para España, abre las puertas a que 42 países empiecen (o sigan) en un camino hacia la autocratización, es decir, hacia la pérdida de democracia. Del otro lado, cabe destacar que son 14 los países que buscan más democracia. La suma de todos ellos solo suma el 2% de la población mundial.
Las democracias, pese a lo que puede parecer por el efecto burbuja producido por vivir en Occidente, no son la norma. Los datos que concede el informe (se puede ver aquí), son claros. De un vistazo:
- Los países que estaban en proceso de democratizarse eran, en 2002, 43. En 2022, 14.
- Los países que estaban en proceso de autocratizarse en 2002, 13. El pasado 2022 son 42 los que se alejan de la democracia.
Los datos han dado la vuelta. Se han invertido los países que han emprendido un camino hacia la pérdida de democracia. En el ¿qué ha pasado? hay realmente demasiadas posibilidades de análisis. Cada país es un caso concreto y, pese que la tónica de los acontecimiento en Europa es más clara por la presencia mediática que tenemos, no hay un solo análisis que dar.
Baremos del informe
Para poder entender mejor el informe, explicamos cuáles son sus medidas de «pérdida de democracia». El informe divide los países en cuatro «niveles o «categorías».
El país se considera autocracia o en vías de autocratización cuando:
- No hay multipartidismo en las elecciones al ejecutivo (o no hay elecciones). No hay pilares fundamentales para un estado democrático como la libertad de expresión, libertad de asociación y elecciones libres y justas. En estos casos, se habla de «autocracia cerrada».
- Sí hay unas elecciones multipartidista para el ejecutivo pero siguen siendo insuficientes los requisitos fundamentales como la libertad de expresión y asociación y de unas elecciones libres y justas. Es este caso se considera «autocracia electoral».
Es en esa segunda categoría en la que más gente vive actualmente. 3,5 mil millones de personas habitan en países en los que faltan unas elecciones libres y justas. Esto se da, también, debido a que muchos de esos países son de los más poblados a nivel mundial. Entre ellos están India, Nigeria, Pakistán, Rusia, Filipinas y Turquía.
Sin embargo, también en la primera categoría —»autocracias cerradas»— hay un gran margen de población: 2,2 mil millones de personas viven en países en los que prima la falta de democracia. China, Irán, Myanmar, y Vietnam son ejemplos de ello.
El país se considera democracia o en vías de democratización cuando:
- Hay elecciones multipartidistas para el ejecutivo y son libres y justas. Existen grados satisfactorios de sufragio, libertad de expresión y libertad de asociación. Aquí hablamos de «democracia electoral».
- Para hablar de «democracia liberal», es necesario que se cumplan los requisitos de la «democracia electoral» y que existan el poder judicial y el legislativo e impongan restricciones en el ejecutivo con la protección de las libertades civiles e igualdad ante la ley.
En el primer caso también se engloban muchos países en la actualidad, sobre todo de América Latina. Panamá, México o Colombia son ejemplos de ello. En Asia, serían consideradas «democracias electorales» países como Armenia, Bután, Sri Lanka o Indonesia.
En el caso de las «democracias liberales» se engloba gran parte de Europa occidental pero solo algunos pocos —muy pocos— del resto de continentes. Algunas de estas excepciones son: Estados Unidos, Barbados, Chile, Seychelles, Japón o Corea del Sur.
El peso de la desinformación
Otro de los aspectos relacionados con las democracias o sistemas políticos autárquicos es el papel fundamental que juegan los medios de comunicación. Recibimos cantidades ingentes de información a través de los propios medios pero también de las redes sociales. Esta situación produce, en muchas ocasiones -o parece que cada vez más- sea muy difícil distinguir entre lo que es real y lo que no. Por ello, la desinformación constituye una de las mayores preocupaciones de los países democráticos. Según indica el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, detrás de las noticias falsas o fake news se articulan, en numerosas ocasiones, estrategias para manipular la opinión pública y erosionar la estabilidad de los Estados y de sus instituciones.
Con la pandemia hemos podido darnos cuenta de como esto se ha acelerado. En el caso de España, llegaban muchas noticias falsas (fake news) sobre determinadas acciones y medidas que iban a llevar -teóricamente- el Gobierno. Para hacer frente a esto, se desarrollaron iniciativas en las que se pretendían verificar las informaciones que se recibían por parte de los medios digitales.
En este estudio se menciona como la desinformación y los niveles tóxicos de polarización son tendencias mundiales que refuerzan y empeoran la autocratización. De hecho, en uno de los gráficos se muestra como los gobiernos autocratizadores son los que más están incrementando el uso de la desinformación. En países como Brasil, Afganistán, India y Myanmar esta desinformación pretende avivar la polarización entre sus sociedades. Esta situación genera que la cooperación entre las élites y los ciudadanos sea compleja. Sin embargo, también se muestra como en países como República Dominicana o Gambia (países que se encuentran en procesos democratizadores) la difusión de la desinformación disminuyó en mayor medida.
España coge fuerza en las democracias
En lo referente a España, la realidad es que es un país de historia compleja. La tríada mediterránea (Grecia, Portugal y España) son los únicos países de la categoría Western Europe and North America (Oeste de Europa y América del norte) que han sido «autocracias cerradas» en algún punto de los últimos 50 años.
El informe así lo considera en el caso español desde el año 1972 (primer año que recoge con datos) hasta el 1975, coincidiendo con la muerte del dictador Francisco Franco. Durante estos 50 años, el país ha ido subiendo en la escala y, en el año 2022, alcanzaba el decimosexto lugar en el podio de las democracias, siempre según el informe. A partir de 1975 el estado se posiciona como «autocracia electoral» hasta 1978, año en el que se firma la Constitución. Tras ese año, el gráfico se tiñe de lila, señal de que la democracia ha calado en España. Ahora, el país está en el top 20 mundial, por debajo de Luxemburgo y por encima de República Checa.
¿Se mantendrá así a lo largo de los años? La realidad es que, como el informe indica, hay un preocupante auge a nivel mundial de la pérdida de democracia, ya que, mientras que en 2012 el 46% de la población vivía en autocracias (menos de la mitad de la población mundial), en 2022 el porcentaje alcanza el 72% —5,7 mil millones de personas—, muy por encima de diez años atrás.