Al final el vaso colma: sobre la carga mental femenina

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Anabel Cuevas y Selene Serrano

“Pon la lavadora”, “acuérdate de comprar el pan” o “tienes las llaves en el bolsillo de la chaqueta” parecen desde recordatorios sin importancia hasta órdenes. Todas juntas crean lo que se denomina carga mental femenina. Es sencillo hacerse una idea: la carga mental hace referencia a que la exigencia de acordarse de los quehaceres recaiga sistemáticamente sobre las mujeres. 

Esta carga, conocida también como trabajo en la sombra, es algo que se interioriza desde muy pequeñas y que es muy difícil soltar. Además, suele ir acompañado de un sentimiento de culpa. Uno de los mayores problemas es que salir de la rueda puede hacerse cuesta arriba. Lo que al principio haces porque puedes, porque “llegas a todo”, se acaba convirtiendo en estrés y, cómo no, culpa. 

Esta carga invisible atraviesa todos los aspectos de la vida: llamadas o reuniones de trabajo, cuadrar una cita con tus amigos, acordarte del cumpleaños de tu tía, ir a la compra porque mañana es festivo, citas médicas, hace mucho que no llamas a tu abuela… ¿Suena conocido? Todo ello aumenta en la maternidad, pero también en la pareja.  

El ejemplo de los hombres

Dentro de la pareja esta carga mental recae de nuevo sobre las mujeres. El trabajo no remunerado sigue siendo una realidad invisibilizada y marcada por la diferencia de género. El 76,2% de este es realizado por mujeres —dedicándole 3,2 veces más tiempo que los hombres—. De hecho, diversos estudios señalan que el trabajo no remunerado, en el que se incluyen las tareas del hogar o el cuidado de personas dependientes como menores o ancianos, puede ser perjudicial para la salud mental de las mujeres. Asumen toda esta carga en la gran mayoría de los casos y casi sin cuestionarlo. 

A pesar de que cada vez más países cuentan con políticas para apoyar la conciliación entre el trabajo y la familia, la participación de los hombres en el cuidado de la casa sigue siendo muy reducida. Mientras que se puede “esperar” que una mujer esté pendiente y al día de todo lo relacionado con el hogar —sin que esto se vea como algo atípico o extraordinario—, esta misma implicación se ve con ojos diferentes cuando es un hombre el encargado. 

No es raro escuchar cómo a un hombre se le llama fácilmente “padrazo” por hacer cosas que en una mujer pasarían desapercibidas. Así lo explicaba el actor Mario Marzo, que acaba de ser padre de mellizos: “Ser padre es lo más fácil del mundo, a la que muestres una mínima cantidad de afecto a tu hijo, eres un héroe (..) Subo a stories que estoy dando un biberón y ya me llegan comentarios de ‘Que suerte tiene tu mujer’, ‘Ojalá tener un padre así’… Cuando estoy haciendo el mínimo esfuerzo”. El actor contaba en su podcast ¿Quieres Ser Mi Amigo? cómo él es reconocido y felicitado por hacer tareas que pasan inadvertidas cuando las hace su pareja. De hecho, Marzo comentaba enfadado cómo a través de redes sociales se ha puesto en duda que su pareja sea una buena madre por subir a Instagram historias con sus amigas. Mientras que sus seguidores le preguntaban “dónde había dejado a los bebés” o “por qué no estaba con ellos”, Marzo nunca ha recibido ese tipo de comentarios cuando ha subido el mismo contenido. 

En definitiva, cuando un hombre realiza tareas de cuidados, es reconocido como un “buen padre” o un “buen marido”, cuando en realidad son las mujeres las que dedican mucho más tiempo y esfuerzo a estas mismas labores.  Los hombres a su vez pueden dedicar su tiempo a más cosas y ser premiados por las mismas tareas que las mujeres realizan en la sombra. 

El hilo de Twitter

Aunque las redes sociales son un nido de bulos y de informaciones que hay que mirar con lupa, difunden contenidos divulgativos gráficos realmente interesantes. Es el ejemplo de este hilo compartido por el usuario de twitter @spaceboiii_

En él, muestra el cómic que recibe el título de “Me lo podrías haber pedido”. Esta es la respuesta más común cuando, finalmente, una gota colma el vaso. Se dejan ver todo tipo de situaciones en las que, aunque sea un trabajo completamente invisible, la mente de las mujeres no descansa, ya que está al cargo al completo de aquellas cosas que se han de hacer. 

Poner nombre a las cosas las hace reales, esto es algo de lo que En el Vértice hablamos continuamente. Por ello, saber detectar cuándo cargamos con este trabajo invisible y no nos corresponde hacerlo es vital para que sea el inicio del fin. Si esta carga no nos deja avanzar o nos produce demasiada ansiedad o estrés, puede que sea el momento de dar el paso y tratar este tema con un profesional.